Harvey Weinstein se enfrenta a juicio por abusos sexuales mientras los famosos se recuperan de la resaca de los Globos de ORO. En otro tiempo, Weinstein hubiese disfrutado de la Gala, siendo nombrado por los premiados o levantando algún trofeo incluso. El movimiento #MeToo lo bajó del escenario y mostró su cara oculta a una audiencia mundial, cosa que para algunos dificulta un juicio justo. El movimiento tampoco ha estado exento de polémicas, una de sus voces fue acusada de abuso sexual a un menor y se ha cuestionado los beneficios que podía traer a las mujeres. Sin embargo, ¿cuánto sabemos de la historia detrás de la etiqueta #MeToo?

Hace casi 24 años, Tarana Burke, una mujer afroamericana de gran conciencia social, se encontraba trabajando en un campamento. Durante el transcurso de los días, una de las niñas se acercó a Tarana y le confesó haber sufrido abusos sexuales por parte de su padrastro. Ella, ante la confesión, guardó silencio. No se atrevió a decirle Me too (yo también) y lo dejó escrito en un papel. Con el tiempo decidió actuar, en el año 2003 apareció Just Be, una organización dedicada a atender a las víctimas de violencia sexual. El germen que inspiró #MeToo fue una iniciativa del año 2006 para dar voz a estas víctimas, dar a conocer sus historias y luchar por una recuperación duradera. De MySpace saltó a Twitter de la mano de Alyssa Milano en 2017.

La etiqueta fue usándose masivamente para denunciar públicamente este tipo de casos. Harvey no fue el único, hubo acusaciones también para Kevin Spacey. Sin embargo, parece que las acusaciones prosperaron hacia Harvey mientras que para otros se diluyeron. No todo quedó para las celebrities, personas anónimas relataron haber sufrido a manos de otras. En España, el punto álgido se produjo tras la Sentencia a la Manada de Pamplona. Gracias a las redes sociales, llegó a todo el globo la posibilidad de hacer una especie de terapia de grupo.

Tarana pasó del anonimato a una vida pública, con sentimientos encontrados hacia su creación. A sus ojos es irreconocible, parece haberse convertido en una caza al hombre. Sin embargo, ve que gracias a la etiqueta se cuentan historias de supervivencia, que es posible salir del sufrimiento perpetuo. Ella dice que esto es la principal forma de reparación, puede que los Tribunales castiguen pero la Justicia puede fallar. Según ella, no todos buscamos el mismo tipo de Justicia. El objetivo principal es profundamente utópico, se busca crear un mundo libre de violencia sexual. Así se demuestra que no es un complot expresamente contra Weinstein.

El éxito lo puede matar, volviendo hacia atrás. A la etiqueta primera le respondieron #MeNeither (Yo tampoco) y #NotAllMen (No todos los hombres). Algunas voces lo achacan a una polarización que rodean este tipo de casos, que pueden llegar a ser muy sutiles. Otras alertan de un posible pánico moral que reste valor a la seriedad de la situación. Otros ven cierta infantilización hacia las mujeres, presentadas como la eterna víctima algo que se rechaza al saber que se denuncian comportamientos sistemáticos. Por último, una nueva situación discutible, que los hombres eviten a las mujeres por miedo a ser acusados, algo que puede privarles de oportunidades a las mujeres. Evidentemente, no se busca prohibir el coqueteo consentido, pero hay que entender que no es no.

Más allá del mundo desarrollado, la violencia sexual es una triste realidad cotidiana. Como resultado, empieza haber revueltas sociales como la última ocurrida en India. Desgraciadamente, otra mujer había fallecido debido a haber sido quemada tras sufrir una violación grupal. Dicen que todo esto es reflejo de una sociedad paternalista que desprecia la feminidad; son propiedad del hombre.

Otra situación se da en África, la violencia sexual es responsable de embarazos adolescentes. Algo que pone en riesgo su salud e imposibilita el seguimiento de sus estudios. Tras dar a luz, un 70% de las niñas de Sierra Leona son apartadas de la sociedad según World Vision. Hay una falta de mecanismos de escolarización para las madres adolescentes. Dicha organización también señala que 1 de cada 10 niñas sufrirá una violación antes de los 20 años.

Debido a que la situación es planetaria, no debe decaer el movimiento #MeToo y debe usarse para su cometido: crear un mundo sin violencia sexual.

 

 

 

 

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