Hace poco mas de una semana, el mundo recibió una de las noticias más inesperadas de este 2019: los Jonas Brothers se han reunido de nuevo. Muchas personas, sobre todo las que han crecido con esta banda, han sucumbido a la alegría de este acontecimiento y se han transportado a su adolescencia en un pestañeo.

Este suceso no ha sido el único que ha revolucionado a aquellos que, hace apenas unos años, todavía podíamos ser considerados adolescentes o, incluso, niños. Sin ir más lejos, en junio del año pasado, se estrenó la segunda parte de Los Increíbles, una película que salió a la luz casi catorce años antes, en noviembre de 2004.

¿Se puede considerar que esta secuela esté dirigida a los jóvenes de ahora? La respuesta es probablemente negativa, porque no son ellos los que han crecido con la primera y los que se ilusionaron cuando anunciaron que la larga espera por una continuación había terminado.

Este ejemplo y muchos otros son el regalo de la industria para todas aquellas personas que crecieron con sus películas, series y juegos favoritos y quieren más. Aunque quizá la palabra «regalo» no encaje aquí, quizá tengamos que hablar de psicología del consumo.

¿Qué es la psicología del consumo?

La psicología del consumo estudia los intereses y necesidades del consumidor, lo que se traduce en comprender las razones que impulsan a las personas a adquirir bienes y servicios. Las empresas utilizan el conocimiento acerca de los intereses de su audiencia y planean estrategias para informarse sobre las variantes que predicen el comportamiento de consumo de los individuos y de los grupos sociales.

 

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¿Se usa la nostalgia como una herramienta de marketing más?

Todos nos hemos preguntado alguna vez qué pasó con nuestros personajes favoritos. ¿Qué pasó después de que Andy regalase sus juguetes en Toy Story 3? ¿Cómo fue la vida de Raven y sus amigos cuando se convirtieron en adultos? ¿Hubo más jóvenes historias en el mítico East High tras la graduación de los protagonistas de High School Musical?

No solamente las continuaciones de míticas series y películas están arrasando, sino que también están de moda los remakes de este tipo de obras.

No es una novedad que se cojan antiguas obras y se modernicen. Algunas veces, es porque la tecnología ha avanzado y se quiere remasterizar algunos productos para hacerlos de más calidad. Un buen ejemplo de ello es Resident Evil 2, el cual salió de nuevo hace no mucho.

Sin embargo, en otras ocasiones, lo que se pretende es adaptar la historia a la sociedad; hacerla más diversa e inclusiva para colectivos oprimidos. De esto último, existen muchos casos, como puede ser la nueva serie de Sabrina o la nueva versión de Netflix de Ana de las Tejas Verdes, Anne With An E.

 

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Como ya he dicho antes, esta tendencia no es nueva, ya que ha habido muchas películas que se han vuelto a re-hacer en el pasado, aunque la mayor parte hayan sido adaptaciones de libros. ¿Quién no sabe que existen mil versiones de Jane Eyre o que hay otras películas de Charlie y la Fábrica de Chocolate aparte de la más famosa, protagonizada por Johnny Depp?

Entonces ¿qué tiene de especial esto?

A pesar de que este fenómeno no sea extraño per se, lo que asombra es el bombardeo de continuaciones tardías y remakes que han tenido lugar durante los últimos años. ¿De verdad son necesarios los live-action de las películas más clásicas de Disney? ¿Hace falta que se continúen películas con final cerrado que se estrenaron hace casi una década, como Mamma Mia?

 

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La respuesta está clara: no, pero el dinero le viene muy bien a la industria cinematográfica.

La nostalgia es el nuevo aliado del consumismo para hacer que sus clientes paguen por sentir aquello que sintieron cuando ven, de nuevo, aquello con lo que crecieron.

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