Pamela Palenciano y su monólogo «No solo duelen los golpes» Fuente: @pamelapalenciano

El 8 de Marzo es una fecha clave para el feminismo a nivel mundial: el día de la mujer trabajadora. El día marcado para el feminismo. Pero, estos dos últimos años su celebración ha generado más polémica de la ya habitual.

Pese a que tiene que quedar claro que no es el único día para defender el movimiento, la práctica cada vez se encuentra con más y más obstáculos. Primero, vino la culpa de los contagios del inicio de la pandemia en España y, ahora, su prohibición por posibles aglomeraciones, siendo la única manifestación puesta en duda desde el inicio de pandemia. Mientras,  tan solo un día antes se celebraba una masiva concentración futbolística.

¿Tanto miedo genera el feminismo que se le tiene que echar la culpa de todo lo que pase?

«Las feministas somos polémicas, hagamos o no hagamos, siempre nos estamos equivocando. Y ese fin de semana del 2020, los días previos se hicieron un montón de actos multitudinarios. Entonces, claro, es mejor culparnos a nosotras que a quien hay que culpar».

Pamela Palenciano es una activista feminista creadora y protagonista del monólogo «No solo duelen los golpes». Una narración cruda sobre la violencia de género, el feminismo y el patriarcado. Hablamos con una persona que se ha visto envuelta en las consecuencias de defender públicamente el feminismo en nuestro país.

«Si lo hacemos, porque lo hacemos. Si no lo hacemos, porque no lo hacemos. Si lo hacemos a medias es que no nos estamos enterando entre nosotras». Una respuesta clara sobre la visión fraccionada del feminismo ya no solo en el exterior del movimiento, sino también dentro del mismo. Pues la celebración del 8M ya había generado polémica hasta entre las propias feministas: «Evidentemente, un 8M como todos los años no se puede hacer… pero, yo sí estoy a favor de que cada una haga lo que quiera y que se puedan hacer concentraciones con responsabilidad, con distancia de seguridad y reivindicando el 8 de marzo como un día súper importante».

Aunque, si la pandemia ha impedido salir a las mujeres, por miedo, por ser personas de riesgo ante el virus, Palenciano aseguraba que no es la única forma de celebración ya que, aunque las calles sean nuestra mayor voz, «las redes son nuestro altavoz».

La idea de feminismo aún tiene un planteamiento equivoco en nuestra sociedad. Hay personas que siguen viéndolo como el odio hacia los hombres desde la superioridad de la mujer; señal de que ni se molestan en escuchar el discurso. Cuando hablamos con ella sobre ese odio que genera el feminismo en algunos sectores de la sociedad, expuso: «Nos tienen en el punto de mira porque nos tienen miedo, que nosotras queremos acabar con la masculinidad hegemónica, con el patriarcado, no con los hombres, por lo que no deberían de tenernos tanto miedo».

A la sociedad aún le queda un camino largo para llegar a una sociedad igualitaria. Aunque sea cada vez menos enrevesado, se necesita una forma clara para atravesarlo: «Creo que el camino es el diálogo, el entendimiento y empezar ya a que los hombres empiecen a desempoderarse. Que no nos quedemos esperando a que haya más hombres haciendo pedagogía feminista, sino que también nosotras desde nuestras trincheras lo hagamos de la mejor manera pedagógica. Y que los hombres aprendan a desempoderarse desde que son pequeños, que se desempoderen del machismo; cuanto antes mejor».

Por ello, la educación es un factor primordial para acabar con las actitudes machistas, los micromachismos y la misoginia: «La educación no solo es casa o colegio, son más lugares en los que se educa a las criaturas. Tiene que haber mucha más fuerza colectiva en cuanto a asumir el papel de educar, y que dejen de tener tantos estereotipos los medios de comunicación, películas… todo lo que les llega a nuestras criaturas».

La cara amarga de defender el feminismo públicamente se está convirtiendo en un peligro para algunas activistas. Pamela Palenciano se ha visto afectada por severas amenazas, incluidas de muerte, por parte de varios colectivos: «Yo hace poco, de hecho, me quería ir de España, hace como 2 meses, porque ya no aguantaba la presión. Presión por parte de la ultraderecha, presión por gente de centro, presión por compañeras del movimiento feminista, y yo sé que hay mucha gente que está deseando que yo deje de hacer lo que hago, porque no es que no les guste mi discurso, es que les incomodo por muchas cosas que digo y planteo».

Viendo la violencia a la que está expuesta, y siendo solo un ejemplo de las muchas que la sufren a diario por proteger y expandir nuestros derechos, cabe preguntarse si nunca ha tenido ganas de dejarlo por miedo o por impotencia: «Los miedos que me han dado y la rabia que me ha dado la gente que me ha vetado o amenazado de muerte, que son más de la ultraderecha, me ha generado mucha rabia, no tanto ganas de irme. Las ganas de irme ha sido porque si tengo presión por un lado, mis compañeras me presionan por otro, y yo con todo eso no sé qué hacer».

El feminismo es una forma de vida. Una búsqueda de una sociedad justa e igualitaria que acepte y respete a TODAS las mujeres. Por eso, y porque juntas somos mucho más fuertes, deberíamos apoyarnos y no dejarnos caer, pues eso ya lo hace la sociedad por nosotras. Que el miedo que nos tienen sea una aliciente para hacer comprender que solo buscamos poder vivir en libertad.

 

Por último, no queríamos dejar de mostrar su lucha contra la violencia de género, vivida en primera persona, y contra el amor romántico normalizado en nuestra sociedad. Aquí dejamos una reflexión sobre las relaciones que no solo invita a pensar, sino a escuchar todo lo que tiene que decir, que es mucho más:

«Me da muchísimo miedo que la gente joven le siga diciendo tóxica a la violencia, me da miedo porque estamos blanqueando la violencia, porque lo tóxico no existe, lo tóxico es lo que comemos, lo que respiramos, no las relaciones. Les diría que el amor de verdad no duele, que el amor de verdad es aquel que te suma cosas a tu vida y que no te resta, aquel que nunca te roba la sonrisa, que discutir con la pareja es normal pero pelearse es hacerse daño. Discutir no tiene por qué haber gritos ni malas palabras, sino llegar a un acuerdo sobre la necesidad de cada parte de la pareja. Y que el amor que nos cuentan en la tele es el mismo engaño y la misma violencia con la que nos han contado muchas mentiras con las que hemos crecido».

Artículo en colaboración con Elisa Manero

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.