Hablamos con Aitor, uno de los integrantes de “Zámpate Zaragoza”, una nueva cooperativa que desde principios de verano recorre, sin usar otro medio que las bicicletas, las calles de la ciudad aragonesa.

“Como persona que lleva un restaurante, nunca había pensado en optar por el delivery como vía para hacer que mi producto llegase más lejos” confiesa “e igual que yo pensaban, en un principio, los otros compañeros hosteleros que iniciaron esta cooperativa, cada quien por sus razones; ya sea por la parte ética o porque las grandes empresas de entrega de comida a domicilio se suelen quedar con un porcentaje muy alto de la comisión”.

Reticencias a estas grandes empresas, un espíritu inconformista y la urgencia por adaptarse al creciente cambio de la hostelería (situación que quedó especialmente latente durante el proceso de desescalada tras el confinamiento domiciliario que se nos impuso este pasado 2020) son tres de los principales ingredientes que conforman Zámpate Zaragoza, una iniciativa con unos estatutos muy interesantes…

“Está claro que hoy en día sigue existiendo mucha polémica con el tema de los riders, pero reparto de comida a domicilio y precariedad son dos cosas que no tendrían que estar necesariamente relacionadas”.

Y es que esta iniciativa comienza a gestarse como una idea vaga en abril, recién estallada la crisis sanitaria surgida a raíz de la Covid19, pero no da sus primeros pasos hasta principios de verano, cuando unos cuantos gerentes zaragozanos, y gente del mundo de la bicicleta, comienzan a reunirse para darle vueltas al proyecto.

“Zámpate trata de ser lo más ético posible; estamos concienciados desde el medio de transporte que usamos para repartir los pedidos, la bicicleta, hasta con buscar que haya igual número de representación de mujeres que de hombres en la cooperativa” explica orgulloso Aitor.

“Porque, como siempre decimos, hay otra forma de hacer las cosas”, los estatutos de Zámpate contemplan que esta es una iniciativa cooperativa asamblearia “el beneficio que obtenemos con la comisión que Zámpate cobra, que es de un 25% a diferencia del 35% aproximado que suelen cobrar las grandes cooperativas; vuelve íntegro a Zámpate, y se reparte a partes iguales entre los miembros de la cooperativa. Yo, por ejemplo, a parte de llevar mi local, hago algunas horas repartiendo los pedidos de Zámpate. Evitamos los turnos largos, el estrés, el desgaste…”.

Esto diferencia la iniciativa de otras tantas del sector, donde el hecho de que cada trabajador cobre por el número de pedidos a los que atiende puede generar ansiedad y competitividad innecesaria.

“Entre nosotros hay mucho espíritu de equipo, de amistad” confiesa Aitor “cuando empezamos, en verano, éramos seis restaurantes de la zona que nos conocíamos bien entre nosotros, ahora somos diez, pero ese espíritu no se ha perdido”.

 

Pero este golpe sobre la mesa no salió gratis, “no pudimos coger ninguna subvención del ayuntamiento, ya que presentamos el proyecto en verano, y esas solicitudes tienen unas fechas. A pesar de esto nos pudo la necesidad y decidimos empezarlo a nuestra manera, haciendo una lista con las cosas que necesitábamos comprar (bicicletas, mochilas etc) y prestándonos entre nosotros mismos un dinero, que a día de hoy se está devolviendo”.

La aplicación que Zámpate utiliza para su proyecto intercooperativo es la que cede CoopClycle, una federación de cooperativas internacional centrada en favorecer las cooperativas como Zámpate, solidarias y éticas.

“Nos han asesorado mucho desde CoopCycle; cuando nosotros empezamos éramos sólo una asamblea de gente que no sabía bien cómo manejar este proyecto. Hemos tenido un lugar hacia dónde mirar, un referente”.

“Es fundamental que se sigan creando, y que se apoye a cooperativas así” puntualiza Aitor “es que estas cooperativas humanizan el reparto. Un repartidor, en contra del pensamiento mayoritario hoy día, no debiera ser un mayordomo, una persona que por una cierta cantidad de dinero te trae lo que quieras a tu casa. Es necesario bajar el ritmo en el que consumimos y en el que nos consumimos también”.

Fiel a este pensamiento, Zámpate tiene horario de hostelería; es decir, como indica Aitor “no te lo da todo, es el cliente el que debe aprender a adaptarse y no el trabajador”.

A su vez, los riders tampoco llevan pedidos a lugares alejados a más de 4Km “Zámpate solamente usa bicicletas y, aparte de lo agotador que podría resultar para un rider pedalear demasiado, si ampliásemos la ratio en la que repartimos la comida correríamos el riesgo de entregar los pedidos fríos, es decir, en un estado que no sea excelente, otra cosa que intentamos evitar”.

 

“Lo importante para nuestra cooperativa, al igual que para otras similares que nos han precedido, son las personas y la ética, no los números”.

 

Y, sin duda, Zámpate Zaragoza está demostrando ser todo un ejemplo de que a veces no se trata sólo de aceptar, por comodidad, las condiciones que, en este caso, las grandes empresas de comida a domicilio quieren imponerle a tu negocio, que a veces hay que tomar el camino difícil. Entonces los resultados, aún a pesar de ser más lentos, saben infinitamente mejor.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.