Falta menos de un año para las próximas elecciones europeas y en Bruselas se empiezan a investigar las posibles alianzas en el futuro Parlamento. Tras las victorias de los partidos de derechas en varios Estados miembros, muchos imaginan que el voto europeo podría seguir la misma tendencia. En particular, algunos especulan que el Partido Popular Europeo (PPE) podría abandonar la histórica alianza con los socialdemócratas (S&D) y los liberales de Renew Europe (RE). En cambio, el bloque de centroderecha podría forjar una coalición con los ultraconservadores (ECR) ayudado por los liberales o los nacionalistas de Identidad y Democracia (ID). Por esta razón, el voto español del pasado 23 de julio fue mirado con una atención especial por los observadores europeos. Y, con sorpresa, el resultado no fue el esperado: la ola conservadora podría haberse detenido.

La nueva vía de populares y conservadores

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En los últimos meses fue el líder del PPE, el alemán Manfred Weber, quien abrió la vía a una alianza entre populares y conservadores. Su plan implicaría acabar con la “gran coalición” que se extiende del centroizquierda al centroderecha y que hace cuatro años llevó a la investidura de la presidenta Ursula von der Leyen. Alemana y popular al igual que Weber, von der Leyen ha estado liderando con eficacia la Comisión Europea a través de las crisis de nuestro tiempo. Su trabajo también ha sido apreciado por los líderes progresistas, entre ellos Olaf Scholz y Pedro Sánchez. Sin embargo, la formación de gobiernos de derechas en muchos países de la UE ha sugerido a Weber que podría haber llegado el momento de un cambio. En vista de las elecciones europeas de 2024, él mismo se propone liderar esta nueva coalición de derechas, representando una alternativa a von der Leyen.

Para los conservadores de ECR, liderados por Giorgia Meloni, la propuesta de Weber representaría la llave de acceso a las instituciones europeas después de años en la oposición. En las últimas citas electorales, estos partidos han convencido a porcentajes crecientes de los votantes europeos y han entrado en muchos gobiernos. Además de Meloni, que lidera el actual gobierno italiano, los resultados han sido buenos también para los conservadores del norte de Europa. En Finlandia, los Finlandeses de Riikka Purra han obtenido el 20% de los apoyos en las elecciones de abril. De esta manera han logrado entrar en el gobierno del popular Petteri Orpo, poniendo fin a la era de Sanna Marin. En Suecia los Demócratas Suecos lograron un segundo puesto en las elecciones de 2022, detrás de los socialdemócratas. Sin embargo, ofreciendo su apoyo externo han permitido la investidura de Ulf Kristersson, cuyo Partido Moderado había llegado tercero.

La edad de oro de la extrema derecha

Más allá de la coalición popular-conservadora, la derecha también gobierna en Europa con otras fórmulas. En Polonia, por ejemplo, los conservadores de Ley y Justicia llegaron al poder sin necesitar el apoyo de los moderados. Es más: el sistema polaco se basa en la alternancia entre la extrema derecha y los populares. Por lo tanto, el principal adversario del actual primer ministro Mateusz Morawiecki es la Plataforma Cívica de centroderecha. Su líder es Donald Tusk, ya presidente del Consejo Europeo, que en las elecciones del próximo otoño intentará sacar a Morawiecki del poder. Otro caso peculiar es el de Hungría, donde Viktor Orbán gobierna ininterrumpidamente desde 2010. Su partido Fidesz formaba parte de la familia popular, pero en 2019 fue suspendido por su giro iliberal y antieuropeo. En 2021 Orbán dejó definitivamente el PPE y desde entonces ha ido acercándose a los partidos más “ultra” del viejo continente.

También en los países donde no gobierna, la extrema derecha experimenta un aumento del consenso. En Alemania, Alternative für Deutschland (AfD) se coloca en segundo lugar en las encuestas, por detrás del centroderecha, pero por delante de los socialdemócratas. Además, en julio fue elegido el primer alcalde de AfD: un gran paso para un partido considerado “extremista” por la agencia de inteligencia alemana. En Francia, el Rassemblement National de Marine Le Pen logró superar el primer turno dos veces en las elecciones presidenciales, en 2017 y en 2022. En ambas ocasiones su ascenso se vio interrumpido por Emmanuel Macron, pero en los últimos meses las encuestas indican el “sorpasso” del RN al partido del presidente. La extrema derecha también crece en Grecia. Mientras que las elecciones de junio premiaron al centroderecha de Mitsotakis, los Espartanos, un grupo ultraconservador y ultranacionalista, entraron por primera vez en el Parlamento.

¿Contratiempo o inicio de un descalabro?

Ante un escenario parecido, el voto español del 23-J prometía confirmar la tendencia derechista en Europa. Tras los acuerdos entre el Partido Popular y Vox en las comunidades autónomas, muchos analistas apostaban por una coalición de derechas también al frente del gobierno. Sin embargo, el PP no logró imponerse con la fuerza prevista y Vox perdió más de un tercio de sus escaños. En cambio, el resultado ha dejado margen a las negociaciones en el bloque progresista, confirmando su resistencia en uno de los pocos países aún gobernados por la izquierda. El voto español representó así un revés para la derecha europea: como escribió Enric Juliana en La Vanguardia, “España frena la onda Meloni”. También la prensa internacional dio mucha cobertura al análisis del voto del 23-J. El semanal de The Guardian, por ejemplo, dedicó su portada a España: la “larga sombra” del águila franquista se cernía sobre la democracia, pero lo que parecía inevitable fue detenido por el voto.

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El resultado español deja el partido abierto para las próximas elecciones europeas. Aunque se trata de un episodio aislado, las elecciones del 23-J han demostrado que la izquierda sabe movilizarse cuando percibe que hay mucho en juego. Además, no todos los partidos populares de Europa están convencidos de que la mejor solución sea aliarse con la extrema derecha, y el resultado español podría haber reforzado esta convicción. Antes del cara a cara entre el modelo Weber y el modelo von der Leyen, nos esperan diez meses de enfrentamientos entre las familias europeas. Los próximos actos a seguir serán las elecciones de noviembre en Polonia y en los Países Bajos. También a partir de estos resultados sabremos si el viento de extrema derecha se ha debilitado realmente o sigue soplando con fuerza sobre el viejo continente. 

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