Deporte. Qué haríamos sin el deporte. En España (y en el mundo entero) se ha convertido como, el pan en la mesa, en un elemento indispensable en la vida de una grandísima parte de la población. Cuando aquel deportista o  equipo del que nos sentimos identificado logra alcanzar el éxito en su modalidad, nos llegamos a involucrar con él de tal forma que nos metemos en la su piel y nos sentimos igual de campeones.

Sin duda alguna, el año en el que casi todo nuestro país, amantes del deporte o no, se metió en la piel de nuestros deportistas fue el año 2008. En ese año se iniciaba en España una grave crisis económica de la que hoy en día seguimos resintiéndonos, pero también fue el inicio de una época dorada para el deporte español, fuente de numerosos beneficios.

En el horizonte de ese mismo año se vislumbraban los deseados Juegos Olímpicos de Pekín en los que España aspiraba a conseguir un buen número de medallas, ya que el potencial de los y las atletas que viajaban hasta el país nipón era brillante. Sin embargo, debido a la trascendencia que tiene el fútbol en España, todos recordarán aquel verano de 2008 en el que la selección nacional lograba proclamarse campeona de Europa después de cuarenta y cuatro años vagando por el desierto de las decepciones.

De Austria al cielo

Aquel verano iba a cambiar la vida de todo un país volcado con su deporte rey. Llegaban los chicos de un criticado Luis Aragonés a Austria con la misión de llegar lo más lejos posible en la competición. Después de firmar un gran papel en la fase de grupos con un David Villa en estado de gracia y un equipo que sabía a lo que jugaba, llegaban los temidos cuartos de final. Italia, la campeona del mundo, iba a medir la capacidad de una selección gafe en las eliminatorias finales. Tras un duelo igualado, se iba a resolver el choque en la tanda de penaltis en la que San Iker Casillas iba a parar dos penaltis a los italianos y un jovencísimo Cesc Fábregas anotaría el penalti decisivo para derribar el primer muro de todos.

Ante Rusia en semifinales se produjo un paseo futbolístico del combinado nacional ganando por tres a cero y en la ansiada final ante Alemania, el Niño Torres, anotando el único tanto del partido, iba a escribir el primer capítulo de esta bonita historia que pudimos vivir de la mano de aquellos irrepetibles futbolistas.

¡Vamos, Rafa!

El 2008 para Rafa Nadal fue el mejor año de su laureada carrera profesional. A sus veintidós años, el de Manacor hizo un triplete mágico con el que se consagró como número uno mundial.

El verano es una época que huele diferente, huele a sueños. Y Rafa iba a lograr el primero de ellos aquel 8 de junio venciendo en el Roland Garros al suizo Roger Federer de forma contundente (6-1, 6-3, 6-0). Nadal ya había vencido en París, pero su mente ganadora ya tenía el ojo puesto en Londres.

Tan solo un mes después, los dos mejores tenistas de aquel año 2008 se volvían a medir en la final de Wimbledon. El que para muchos ha sido el mejor partido de la historia (que no es moco de pavo) se decantó una vez más de lado del español, logrando lo que no se veía desde hacía cuarenta y dos años: un español ganando en Wimbledon. Durante las casi cinco horas que duró la final, todos nos aficionamos al tenis y no dejamos de girar la cabeza de lado a lado con cada raquetazo de Nadal.

Pero no iba a concluir ahí aquel verano de ensueño para Rafa. No. Aún quedaba lo mejor. Llegó agosto y con él los JJOO de Pekín y Nadal se medía a su último reto veraniego superándolo con éxito. Tras dejar K.O al serbio Novak Djokovic, el mallorquín se encontraba en la final con un sorprendente pero peligroso Fernando González. El chileno no es que fuese uno de los principales nombres del tenis mundial, pero no por ello Nadal rebajó ni una pizca su concentración. La final estuvo más igualada de lo esperado, siendo el segundo set el más fastidioso para Rafa, pero resistió las embestidas del chileno González y se colgó en el cuello el oro olímpico. Un punto final a un verano mágico en el que todos sus sueños se hicieron realidad.

Si hablamos de tenis durante el año 2008, no nos podemos olvidar de la Copa Davis conseguida por el conjunto nacional ante Argentina en su propio país en el mes de noviembre. En aquel histórico equipo se encontraban David Ferrer, Feliciano López y Fernando Verdasco, que consiguieron alzar la tercera Copa Davis de la historia de España.

Las bicicletas son para el verano

De nuevo, España llenó de sus deportistas la posición más alta del podio de las tres grandes competiciones de un deporte. Sastre y Contador. Contador y Sastre. Dos grandes figuras del ciclismo mundial que el verano del 2008 les marcó a fuego.

Comencemos con Alberto Contador. El madrileño se encontraba en plenas vacaciones cuando le comunicaron que debía disputar la corsa rosa debido a que no iba a poder defender la corona de campeón del Tour de Francia debido a unos problemas con su por entonces actual equipo, el Astana.

Contador disputó la 91º edición del Giro de Italia como un gladiador. Gracias al inconmensurable trabajo de los ciclistas de su equipo pudo vestirse el maglia rosa en uno de los Giros mas duros que se recuerdan. La victoria de Contador en ese Giro es considerada como la mejor de las nueve grandes carreras ganadas por Alberto Contador, a pesar de que en su palmarés figuren siete.

Además de vencer en tierras italianas, Alberto también lo iba a hacer en su casa. La Vuelta a España de 2008 sería su tercera gran carrera después del Tour de 2007 y el citado Giro de Italia. Se consumó su victoria en lo alto del Angliru después de, otra vez más, estar siempre bien arropado por el trabajo de los corredores del Astaná. Además, en los JJOO, contador colaboró en el oro que consiguió otro ciclista español, Samuel Sánchez en la modalidad de ciclismo en ruta.

La guinda del pastel corrió a cargo de Carlos Sastre. El de Leganés realizó un Tour de Francia sensacional consiguiendo la victoria de etapa en los Alpes franceses logrando así vestirse el maillot amarillo que te distingue como campeón del Tour de Francia. El ciclismo español tocaba el cielo ganado ese año todas las grandes competiciones y dejando un legado imborrable.

Ba-lon-ces-to

La ÑBA llegaba a Pekín siendo la vigente campeona del mundo y con un equipo lleno de cracks como los Gasol, Navarro, Calderón, Rudy Fernández, Felipe Reyes o el adolescente Ricky Rubio.

Aito García Reneses, que había tomado las riendas de la selección tan solo un mes antes del inicio de la competición, logró llegar hasta la finalísima ante la siempre temible Estados Unidos. Ese partido también es considerado como el mejor partido de baloncesto de la historia a nivel de selecciones debido a la alternancia de resultados a lo largo del choque, a las espectaculares jugadas que se produjeron y al gran número de estrellas que se midieron en la pista de Pekín.

Sin embargo, a pesar del gran nivel de baloncesto de aquella mañana de agosto del 2008, el grupo arbitral estuvo en tela de juicio debido a su permisividad con los norteamericanos y sus pasos de salida (permitidos en la NBA pero no en la FIBA) en cada jugada, perjudicando así a los jugadores españoles.

España no pudo doblegar a los Kobe Bryant, Lebron James, Kevin Durant, Howard o Chris Paul y finalmente se tuvo que consolar con la plata tras perder de once puntos. Siempre quedará para el recuerdo aquel partido como en el que a punto estuvimos de tocar el cielo del baloncesto que aún todavía pertenece a los Estados Unidos.

Los no menos importantes

Por último y no menos importantes, otros muchos deportistas españoles como Saúl Craviotto (oro en piragüismo/K2 500m), Joan Llaneras (oro en ciclismo en pista), Fernando Echavarri y Antón Paz (oro en vela), Gervasio Deferr (plata en gimnasia artística), Lidia Valentín (plata en halterofilia/ 75Kg), David Cal (dos medallas de plata en piragüismo C1 1000 y C1 500m), Anabel Medina y Virginia Ruano (plata en dobles femenino en tenis), el equipo de natación sincronizada (plata) o el de balonmano (bronce) entre otros muchos, lograron ese mismo año y en las mismas olimpiadas, hacerse un hueco en el deporte mundial y situar a España entre una de las potencias deportivas mundiales.

Todos los nombrados en este artículo a modo de repaso del pasado, conformaron el grupo de deportistas españoles que hicieron que durante el año 2008 millones de españoles nos sintiéramos campeones y no nos despegásemos del televisor para apoyar a los nuestros en cada momento.

Pasarán los años y vendrán nuevas generaciones de deportistas dispuestos a comerse el mundo, pero en la mente de todos nosotros siempre nos quedará un huequecito para el año 2008, el año en el que fuimos los mejores.

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