Zaragoza vive inmersa en una vorágine baloncestística desde hace más de un año. La última victoria ante el Barcelona ha desatado pasiones en la ciudad del cierzo; por fin vuelve a ver cómo su equipo se regodea contra los más grandes del baloncesto español. La victoria por 89 – 83 ante los culés ha unido, más si cabe, a una ciudad con su querido equipo de baloncesto que tan buenos momentos han vivido juntos. Nadie sabe dónde está el techo de este equipo porque ni ellos mismos son conscientes del enorme potencial que tienen como conjunto, pero lo que está claro es que el Casademont Zaragoza tiene muchos argumentos para seguir ilusionando a su gente.

Sin embargo, desde que falleciese en 2014 el mítico entrenador José Luis Abós, el equipo sembraba más dudas que esperanzas, y el color de rosas que vemos ahora era de un negro oscuro. Hace dos temporadas, el por entonces llamado Tecnyconta Zaragoza se encontraba en una mala situación deportiva en la que no terminaban de salir las cosas y el equipo tonteaba seriamente con el descenso. Básicamente se podría decir que si hace dos años no llega a estar el ex NBA Gary Neal sobre el parqué del Príncipe Felipe promediando más de 20 puntos por partidos, el equipo hubiera perdido la categoría. Una salvación in extremis con 10 victorias y 24 derrotas hizo que la dirección deportiva revolucionase la plantilla para poder competir por aspiraciones más ilusionantes en la ACB. De la mano de Pep Cargol y bajo la tutela de Porfirio Fisac en el banquillo, se formó un equipo compensado en veteranía y juventud para cambiar la imagen mostrada.

Nunca es tarde, si la dicha es buena. El Tecnyconta supo jugar las cartas que tenía y con el buen hacer de la dirección deportiva, reclutó a una serie de jugadores que se retroalimentaron de su calidad y potencial para hacer al equipo mejor cada jornada que pasaba. Con la humildad y el trabajo por bandera, se fueron superando obstáculos que aparecieron durante la temporada, y al final el equipo sorprendió a propios y extraños haciéndose un hueco en los Play-Offs por el título de la ACB y situándose finalmente en tercera posición tras caer ante el Barça en semifinales.

Si tuviéramos que poner nombres y apellidos a la temporada pasada del conjunto maño, sería injusto escribir los de un solo jugador porque en este caso el espíritu de equipo superó a las individualidades. Sin embargo, la figura del alero nigeriano, Stan Okoye, adquirió un mayor protagonismo al firmar unos números de escándalo viéndose recompensado con su inclusión en el equipo del año de la Liga Endesa. El otro nombre que dio mucho que hablar y que hoy en día es considerado la mayor promesa del baloncesto español fue Carlos Alocén. Su meritoria campaña le hizo fichar por el Real Madrid y estar en boca de todos los amantes del baloncesto con tan solo 18 años; además de ser uno de los fijos en las “ventas FIBA” con la selección española junto a otros compañeros de equipo como Fran Vázquez o Barreiro.

Gracias a la sensacional temporada, el equipo obtuvo su billete para la Champions y ha vuelto a competir en el Viejo Continente tres años después. La unión con la afición se demuestra con la buena conexión grada-equipo en cada partido como local del conjunto rojillo, llenando de vida las gradas del Príncipe Felipe para dar aliento a sus jugadores. Ahora, como Casademont Zaragoza, se ha mantenido el esqueleto de la pasada campaña empezando por volver a confiar en el entrenador. Además, las bajas de jugadores importantes como el citado Okoye han sido remplazadas por jugadores de alto nivel como Nicolas Brussino, subcampeón del mundo con Argentina; Rodrigo San Miguel, un viejo conocido de la liga y del equipo; o los 210 centímetros de Robin Benzing que han hecho olvidar a los que se fueron. La mezcla de todos estos factores ha hecho posible que el equipo esté realizando el mejor arranque liguero de su historia con cinco victorias y solo una derrota. Sin duda, Zaragoza puede estar orgullosa de su equipo de baloncesto.

 

 

 

 

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