Odio la palabra arreglarse. En todos sus contextos, frases y significados. Todavía más cuando hablamos de vestirnos o pintarnos en momentos en los que vamos a salir de casa. Típicas preguntas de: “¿Vas a ir arreglada?”. Típicas respuestas de: “Me voy a arreglar”. Y no, no está bien ese uso. No tenemos que arreglarnos porque nunca estuvimos rotas.

Detesto esta expresión porque cuando se usa damos por hecho que estamos estropeadas y que debemos recomponernos como si de una máquina averiada hablásemos. Como si tuviéramos que reparar un error y problema. Y, quizás, simplemente hay que entender que no somos porcelana que se ha caído al suelo, ni frágiles como el cristal, ni sucias por repetir sudadera.

¿Qué determina “ir arreglada”? ¿No llevar un chándal, deportivas y coleta? ¿Por qué es algo tan común entre y hacia las mujeres? Te lo digo yo: puro machismo. Sí, otra vez. Así siempre. ¿A que cansa? Todavía más escucharlo. Y sufrirlo. Lo triste es que también lo usamos entre nosotras de manera recurrente. Muchas veces, incluso sin darnos cuenta. Y como esta expresión, podríamos seguir. No los llamemos micromachismos porque pueden llegar a reproducirse y tener consecuencias. Añadir el micro los reduce y simplifica, cuando no queremos ni debemos conseguir eso.

Nuestra belleza tiene que servir como el valor más importante. Me parece perfecto que se potencie la idea del body postive y de la autoaceptación, pero incorporémoslo en este tipo de lenguajes, términos y expresiones. Resaltemos todo lo bonito que tenemos cuándo y cómo nos apetezca. Dejemos de clasificarnos por tipo de ropa y sombra de ojos.

Cada una de nosotras podemos ir como queramos. Sin que nos tiren para atrás en la entrada de una discoteca, sin que exista una etiqueta marcada en eventos y sin que nos miren mal por no ir acorde a la supuesta fecha señalada como especial. ¿Purpurina y lentejuelas? Cuando queramos, únicamente. Y si no querer nunca, también es una opción.

No digo que maquillarse, vestirse y ponerse tacones sea negativo. Al contrario. Todas y cada una de nosotras podemos elegir cómo queremos ir. Pero esto, lo siento, tampoco significa ir más o menos “arreglada”. Porque tiene que dar igual llevar pintalabios, hacerse un moño con una camiseta ancha o ambos a la vez.

Es importante recalcar que no tenemos que arreglarnos porque nunca estuvimos, estamos ni estaremos rotas. Rompamos con lo establecido, adaptemos el lenguaje, seamos conscientes de nuestras expresiones y sigamos buscando la igualdad integral, diversa e inclusiva por la que luchamos.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.