Durante este confinamiento no han sido pocos los artistas que han aprovechado para desconfinar sus mamotretos. Elena Vozmediano ya señaló y denunció el flagrante caso de la escultura de Victor Ochoa, conocido por plantar alguna de sus obras en las rotondas madrileñas, Heroes del COVID-19.

Esta obra, instalada en pleno centro del antiguo edificio de la gobernación y que ahora ocupa el gobierno de la Comunidad de Madrid, es un reciclaje de una obra conocida del autor y que también se encuentra erigida en algún lugar de este país desde hace ya unos años. Pero, oye, que no se desaproveche la ocasión de resignificar la escultura (y ya que estamos la bandera).

 

 

«El salvaje». Victor Ochoa 1995. @manuelansede
«Homenaje a los héroes del COVID-19» Victor Ochoa. 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero no todos los artistas han reciclado conceptual y materialmente su obra en estos días ni mucho menos han frivolizado con la situación. La mayoría han cartogrfiado en España un mapa artístico de lo que se ha ido generando a lo largo de este acontecimiento histórico.

En el pulso de la calle y de los jóvenes creadores ha surgido un movimiento crítico con el sistema del arte que, de un tiempo a esta parte -como casi todo bajo el mundo capitalista y globalizado en el que vivimos-, se interesa más por el valor bursátil y económico que produzcan ciertas obras de arte en determinado momento que por las obras y los artistas en sí mismos. De estos barros vienen estos lodos y, así, vemos lo que vemos en cuanto a ayudas y becas al arte se refiere.

Ayudas, premios o mercado

El pasado 18 de junio se cerraba, no sin cierta polémica, la convocatoria VEGAP S.O.S ARTE/CULTURA. 100 ayudas con una dotación de 2500€ para la creación visual. La propuesta de la organización VEGAP (Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos) partía de “un fuerte componente asistencial y de apoyo a la creación visual en un contexto difícil” “para alertar al Gobierno y a la sociedad española sobre el impacto económico que la pandemia del Covid-19, ha causado al sector de los creadores visuales: los artistas plásticos, fotógrafos, ilustradores, diseñadores gráficos, videoartistas”. La dotación económica pretendía financiar la realización y divulgación de los proyectos presentados y amparar la precaria situación de los artistas, más precaria aún en la dolosa situación que hemos vivido estos meses.

Sin que sirva de precedente, ni mucho menos para señalar únicamente esta convocatoria, el mundo del Arte contemporáneo -mal que le pese a García Villarán– es un mundo precario donde sus artistas compaginan trabajos para pagar facturas con su trabajo artístico -muchas veces financiado por el primero-. Las convocatorias para ayudas, como la recientemente fallada VEGAP, más que alentar y aupar nuevas propuestas prefieren promover a una selección muy concreta de artistas de renombre cuya situación hace tiempo que dejó de ser precaria.

Uno se pregunta hasta qué punto estas convocatorias no buscan autopromocionarse eligiendo, más que por el interés de los proyectos o la situación laboral de los participantes, por el nombre que determinados nombres puedan dar a dicha institución. El circulo cerrado, el eterno retorno, la pescadilla que se muerde la cola, el maquillaje de los maquilladores. Como queramos llamarlo.

Centrándonos en la Convocatoria VEGAP esta brecha es de más de 20 años. El artista más joven ha nacido en 1982 ¿quiere decir esto que desde el 82 al, pongamos una fecha prudente, año 2000 no hay ni una sola propuesta que merezca la pena apoyar desde estas instituciones? ¿No implica el concepto de la ayuda correr con ciertos riesgos?

Si un gran porcentaje de los jóvenes de este país cobra menos del salario mínimo ¿Cómo se está ayudando a este sector de por sí precarizado si son excluidos de estas ayudas? Como dice Vozmediano en la última entradade su blog en El Cultural estas “medidas no son más que mercromina sobre una aparatosa fractura abierta”.

Lo que aquí decimos no es que los artistas de renombre no estén tratados como se merecen sino, más bien, que los demás artistas que buscan un reconocimiento, sobre todo los jóvenes creadores cuya situación cabe aún ser más precaria, ni siquiera existen para estas convocatorias.

Esto se suma a la inacción del Gobierno y el Ministerio de Cultura, encabezado por Rodríguez Uribes, además de las continuas proposiciones de un Estatuto del Artista y las vagas promesas de los distintos gobiernos autonómicos.

En definitiva, uno no puede medrar en un mundo que tira de sí hacia abajo. Esperamos cultura sin invertir en cultura, esperamos artistas pero lo que tenemos son una masa precarizada que apenas puede llevar a cabo buena parte de sus proyectos. ¿Hasta que punto estas convocatorias no son un síntoma de la podredumbre institucional y el circuito -tan cerrado- del arte? Por debajo de la finísima capa de aceite en la que se deslizan artistas consagrados hay una ingente cantidad de agua que ahoga a multitud creadores.

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