Pasados dos meses desde las elecciones europeas, el nombramiento de la presidenta Ursula von der Leyen pone en marcha la renovación de poderes en la Unión Europea.

La comandante en jefe, Presidenta de la Comisión, es la alemana Ursula von der Leyen, federalista convencida; ésto es, pretende que los estados miembro pasen a formar parte de una federación, un único país: los Estados Unidos de Europa. De hecho, ha hecho un llamamiento a la convergencia militar europea, a la armonización del uso de armas que consigan la independencia militar europea. Esta idea provoca los sulfuros de los Estados Unidos, que nunca han querido realmente ver una Europa tan unida. Con todo, Von der Leyen es una convencida atlantista y ve una Europa dentro de la OTAN, no fuera de ella.

Es curioso el consenso que ha generado Von der Leyen entre los 28. En las negociaciones, se escenificó la rebelión de los países del grupo de Visegrado a los que se sumó una Italia en coma político. Han conseguido tumbar la propuesta de los socialdemócratas. Querían la cabeza de Timmermans, hasta ahora vicepresidente de la Comisión, que ha defendido con uñas y dientes el mantenimiento de la democracia y la aplicación justa de las leyes en dichos países. Sin embargo, la alemana será tan firme como el holandés, y éste a su vez puede ser reelegido vicepresidente.

Lo más intrigante es que dicen estar encantados con su nominación porque «tiene siete hijos, es una cristiana de verdad». Sin embargo, lleva defendiendo el matrimonio igualitario y el igual acceso a la adopción cuando aún era tabú en Alemania, en su mandato como Ministra de Familia y de Asuntos Sociales. De hecho, cuando se aprobó en el Bundestag, ella votó a favor; Merkel y su partido, en contra.

Por otra parte, el enfado de un buen número de eurodiputados es mayúsculo. No entienden que se haya dejado caer a Timmermans, el candidato del Parlamento, para apoyar a una candidata que no ha pasado por las urnas. La oscura negociación ha hecho que el reparto de cargos parezca un juego de cromos: Alemania la Comisión, España la diplomacia y Francia el banco. Esta queja contra la falta de transparencia, llevará a sublevaciones en el Parlamento Europeo, que deberá votar a Von der Leyen, a Borell y posteriormente a los demás comisarios.

La diplomacia de Josep Borrel

Borell sobre todo lo tendrá muy complicado en el Parlamento, sin embargo se va evidenciando que su nombramiento no es casual, sino que responde a los proyectos de futuro de la Unión y la necesidad de independencia del brazo de Estados Unidos.

Y es que la figura de Borell encierra una multitud de posturas. La Unión acaba de firmar un acuerdo de libre comercio con el Mercosur: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Por ahora. Bolivia está en proceso de admisión y Venezuela está suspendida hasta que vuelva la democracia real. Esta firma implica que la Unión deberá mimar las relaciones con América Latina, ¿y quién mejor que un español para hacerlo?

Otro de los flancos abiertos es la integración de los Balcanes. La inestabilidad política en Albania y Bosnia, y la negativa de Serbia de dialogar con Kosovo, son piedras en el camino para la puesta en marcha de la maquinaria europea. Esta falta de presencia y liderazgo está siendo aprovechada por Rusia y China a partes iguales. La Rusia de Putin busca su lugar en el escenario mundial e intenta por todos los medios mantener sus lazos con la región balcánica (la antigua Yugoslavia) mientras que China embauca a sus líderes con promesas de megaproyectos que Bruselas prefiere no sufragar mientras no se establezcan como democracias plenas.

En definitiva, Europa deberá ser capaz de tener una voz propia en un mundo que parece dirigirse hacia liderazgos autoritarios y populistas. Desde Bruselas se tiene la difícil tarea de articular un proyecto diplomático mundial que funcione de manera independiente a los Estados Unidos y a la imprevisible respuesta de cada vez más países sumidos en un invierno democrático.

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