“-¿Qué lleva una lesbiana a una segunda cita? – Un camión de mudanzas”. Este chiste, muy típico en Estados Unidos, es un claro reflejo de la imagen que predomina a día de hoy sobre las relaciones entre dos mujeres: intensas, un tanto dramáticas y en las que todo ocurre a una velocidad estrepitosa.

Un binomio inseparable

Intensidad – lesbiana parece ser un binomio inseparable, dos categorías que se necesitan mutuamente para existir. Decía Monique Wittig que la categoría “hombre” no puede existir sin la categoría “mujer”, pues ambas son necesarias para sustentar el sistema de dominación heterosexual. Pues bien, lo mismo ocurre con “intensidad” y “lesbiana”. La existencia de una parece requerir sí o sí la de la otra, como si de una cualidad inherente se tratara. Pero, ¿realmente somos así las lesbianas?

Pasar 8 horas en un autobús para ver a la chica de la que te has enamorado y que vive en la otra parte del país. Las lesbianas sabéis a qué me refiero. ¿Quién no ha cogido un bus por amor? Este patrón se repite muchas veces y puede entenderse como otro síntoma más de esa intensidad que nos caracteriza. Un día estás en tu casa y al siguiente estás recorriendo España para ver a tu novia.

Los estereotipos son odiosos. Encasillan a las personas y establecen modelos rígidos de ser y de conducta. Pero en este caso la realidad se asemeja un poco a estas construcciones. Lo cierto es que, en muchas ocasiones, las lesbianas sí somos intensas. Ejemplo de ello son los “bollodramas” que tanto nos gustan.

El problema de entender la “intensidad” como algo malo

Sin embargo, la trampa está en darle a esta intensidad una connotación negativa pensando que el hecho de vivir el amor con entusiasmo es algo malo, un error que debemos corregir. Se hacen muchas bromas sobre este tema. Incluso muchas veces somos nosotras las que bromeamos con ello, pero si nos paramos un momento a pensar nos daremos cuenta de que tiene mucho sentido. Es completamente normal que los vínculos emocionales entre dos mujeres fluyan con una mayor rapidez.

Es importante mencionar que al establecer que una relación entre dos mujeres se desarrolla a un ritmo más acelerado lo que realmente estamos haciendo es compararla con una relación heterosexual, como si esta fuese la “norma” que hay que seguir y a la que debemos ceñirnos.

El ritmo y las pautas que marcan las relaciones heterosexuales no son las mismas que se dan en otros vínculos. El saber manejar, gestionar y comunicar las emociones es esencial para poder establecer vínculos sanos y, por lo general, hombres y mujeres difieren considerablemente en este aspecto.

Por ello, si tenemos esto en cuenta, no es de extrañar que las relaciones entre dos mujeres se desarrollen a un ritmo más acelerado e intenso. En un vínculo en el que prima la comunicación, el cuidado mutuo, la comprensión y el apoyo, las emociones y sentimientos se disparan más rápido.

En definitiva, sí, las relaciones entre mujeres pueden ser más intensas. Pero esto no ocurre porque sí, no es una característica intrínseca. Es algo que surge cuando se construyen vínculos emocionales sólidos y sanos. Dicho esto, recordemos que el amor se puede vivir de muchas maneras y a distintos ritmos. No podemos hablar de un único ritmo adecuado para el desarrollo de los sentimientos. Cada persona vive su propia experiencia, y por supuesto, todas son válidas.

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