El horror viajó en tren

A primera hora del 11 de marzo de 2004 se produjo el mayor atentado de la historia de España y el segundo de Europa. Diez explosiones se detonaron a la vez en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid. 192 personas fallecieron y 1857 resultaron heridas. Millones de españoles quedaron marcados por el horror y la incomprensible maldad de los islamistas radicales. 

El Gobierno de Aznar había enviado tropas para apoyar a EE.UU en la guerra de Irak. También había intensificado la búsqueda y detención de yihadistas en territorio nacional. El atentado buscaba desestabilizar el sistema democrático. Desde el Partido Popular se defendió desde el primer momento que el atentado había sido obra de ETA. Sin embargo, con el transcurso de la investigación, se demostró que los autores pertenecían al terrorismo islámico. Aznar perdió la credibilidad de la sociedad española. Tres días después, se celebraron unas elecciones generales, que supusieron la caída del Partido Popular y el ascenso de Zapatero y el PSOE

Coronas de flores en la estación El Pozo, Madrid. Autor: jordiferrer.

Para más información sobre el atentado y las diferentes posturas, los documentales 11M de Netflix o El Desafío: 11M de Prime Video recogen multitud de testimonios de supervivientes, periodistas o protagonistas políticos del momento. 

Conspirar como forma de hacer periodismo

Las teorías de la conspiración han estado siempre presentes a lo largo de la historia, pero han encontrado en un mundo globalizado e interconectado el propulsor idóneo para su difusión. Se basan en negar la versión oficial sobre algún acontecimiento y proponer una nueva explicación. Las más recientes han venido vinculadas con la pandemia y el surgimiento de las vacunas. Algunas poseen más creatividad e imaginación que cualquier gran historia de Nolan. 

Tras el atentado del 11M en Madrid proliferaron todo tipo de teorías conspiranoicas. La más famosa: que el atentado había sido obra de ETA, con apoyo del socialismo y sectores de la policía. Medios de comunicación afines a la derecha, tales como El Mundo, Libertad Digital o COPE promovieron la conspiración con el objetivo de potenciar la teoría que había formulado el PP. Se apoyaban en presuntas incógnitas o contradicciones de la investigación. La plataforma Peones Negros debatía en blogs internaúticos e intercambiaba opiniones, así como se manifestaba el día 11 de cada mes para exigir la verdad. 

Federico Jiménez Losantos, periodista español en Libertad Digital Televisión. Autor: FDV.
Pedro J. Ramírez, periodista español. Autor: Irekia.

Con el paso de los años y la condena de los terroristas yihadistas, la conspiración fue apagándose. Muchos políticos y periodistas han asumido (de forma más o menos abierta) que se equivocaron y que dieron pábulo a argumentos sin fundamento. Aznar, por ejemplo, no asume su error, sino que lo achaca a las informaciones erróneas que otros le proporcionaban. Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, periodistas todavía en activo, son los únicos que siguen defendiendo a día de hoy sus teorías. «¿Qué hicieron con la escena del crimen? Destruir los trenes, destruir la ropa, falsificar las autopsias de todos los muertos, y luego además poner pruebas falsas», declaró Losantos el pasado 23 de marzo. 

La segunda conspiración, más cosmopolita y ambiciosa

A parte de esa famosa teoría sobre la implicación de ETA, nació una segunda teoría de la conspiración que ahora amasa una buena legión de fans: el atentado fue obra intelectual de Francia y obra material de Marruecos. Esta teoría fue argumentada por José Manuel Villarejo, hombre de boina y gafas de sol, en un escrito remitido a la Audiencia Nacional en 2019. Este hombre en cuestión, también conocido como el comisario Villarejo, ha orquestado y protagonizado las mayores conspiraciones de la historia reciente de nuestro país. Trabajaba como una especie de detective privado y grababa a escondidas a altas personalidades para cubrirse las espaldas. Actualmente permanece en prisión. 

Villarejo aseguró que Francia había participado junto a las autoridades españolas en una serie de operaciones de “supuestos atentados fingidos” para atrapar a futuros terroristas. Por ello, según él, Francia “conocía perfectamente cómo se propiciaban atentados” en territorio español y lo usó para diseñar el 11M. Además, declaró que “los preparativos de la operación se hicieron durante los meses anteriores aprovechando varias visitas oficiales del rey de Marruecos a París”. Marruecos buscaba conseguir Ceuta y Melilla, ¿pero por qué querría Francia provocar un atentado? Según Villarejo, porque el gobierno de Aznar estaba haciendo subir la economía como la espuma y Francia no quería perder su hegemonía en el sur de Europa. Además, Francia iba a recibir un suculento botín por parte de Zapatero: el BBVA y una empresa de la construcción. 

Zapatero (centro) junto con Jacques Chirac, presidente de la República de Francia (derecha) y el canciller alemán (izquierda). Fuente: Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España.

¿Cómo explicó entonces Villarejo conocer el gran secreto? Porque unos cargos del CNI se lo contaron todo. Según declaró, estaban descontentos con el trato de Zapatero a la Inteligencia española y querían revelar la verdad. Después, los servicios secretos libaneses le mostraron la existencia de una cabina telefónica en Beirut (El Líbano). Allí, los terroristas del 11M se habrían comunicado con sus líderes intelectuales. Villarejo intentó conseguir el tráfico de llamadas, pero unos agentes franceses se le adelantaron para ocultar los datos. Aparte del atentado madrileño, Villarejo también alimentó una teoría conspiranoica sobre los atentados en Barcelona. Culpó al Gobierno y al CNI de organizar el atentado para perjudicar al independentismo. De ser ciertas todas sus declaraciones, España nunca habría sufrido ningún ataque del terrorismo yihadista, a pesar de que Al Qaeda reivindicó sendos ataques. 

Ni la opinión pública ni el propio juez del caso han dado validez a sus declaraciones. Todas las personas a las que implica en su narración han negado su versión y han manifestado la inexistencia de pruebas. Ni siquiera otros expertos conspiranoicos (la plataforma Peones Negros o Losantos) creen su teoría. Villarejo está acorralado, con decenas de causas pendientes e involucrado en una cantidad innumerable de delitos.

Alvise Pérez, aprendiz del maestro Villarejo

El pasado mayo, la teoría conspiranoica de Villarejo volvió a resurgir con fuerza gracias a Alvise Pérez. Este hombre se dedica a congregar adeptos de la extrema derecha y agitar el odio contra la izquierda desde sus redes sociales (las pocas que no le han cerrado). “Tengo miles de informantes que de manera altruista me suministran información. Conscientemente no he lanzado ningún bulo”, afirmó en una entrevista en La Razón. Fue condenado por difundir una PCR falsa de Salvador Illa.

Consciente o mientras duerme, Alvise Pérez difundió el pasado 26 de mayo lo que definió como “la mayor filtración contra la corrupción que ha habido en España”. Se trataba de una serie de audios del comisario Villarejo y documentos redactados supuestamente por el CNI. Estos documentos no tenían acreditación oficial y no había forma de confirmar que procedían de la Inteligencia española. Volvía a incidir en que el 11M había sido obra de Francia y Marruecos, por los mismos motivos que Villarejo argumentó en su día: Francia quería concesiones económicas y Marruecos, conseguir al fin Ceuta y Melilla. Supuestamente, Zapatero iba a conceder todo una vez llegara al poder.

Bandera del Protectorado de Marruecos Francés (1912-1956)

Los medios de comunicación convencionales no dieron un solo segundo de atención a este personaje. Lo cierto es que esta revelación se hizo pública unas semanas antes de las elecciones andaluzas, donde Vox pudo verse aupado por los bulos difundidos.

Un análisis realista

Los datos que proporcionan Villarejo y Alvise Pérez están ahí, sobre la mesa. Pero, desde un plano realista, ¿tiene sentido que Francia y Marruecos conspiren para producir un atentado en España? Para empezar, de ser cierta la conspiración, ni Ceuta ni Melilla son marroquíes ni Francia obtuvo las concesiones prometidas. No tendría sentido que, después de una operación tan arriesgada, Zapatero les diera la espalda y siguiera campando a sus anchas.

Precisamente por lo arriesgada que era la operación, no tiene lógica que Francia interviniera. De haberse conocido la verdad, ¿acaso algún francés o algún otro país de nuestra órbita aprobaría asesinar a cientos de personas? Sería el fin del Gobierno francés y su reputación quedaría muy manchada. Los beneficios son bastante inferiores a los riesgos.

Por último, está el otro protagonista: Marruecos. El país africano ha demostrado querer conquistar lo denominado como Gran Marruecos (Ceuta, Melilla, Sáhara Occidental y zonas de Argelia, Mauritania y Mali). No obstante, todavía no ha conseguido ninguno de sus objetivos por la presión internacional. Terminar la conquista del Sáhara Occidental es factible (incluso ha conseguido que Pedro Sánchez, en contra de todo el Gobierno y todos los españoles, ceda a sus propuestas); Ceuta y Melilla, en cambio, son harina de otro costal. Aparte de que históricamente no tiene vinculación con las ciudades autónomas, son enclaves estratégicos de España en África. Europa jamás negociaría con ellas

Pedro Sánchez se reúne con el rey de Marruecos, Mohamed VI. Fuente: Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España.

 

La conspiración también mata

A pesar de no tener ni pies ni cabeza, la conspiración de Alvise Pérez movió grandes masas. Aquella tarde, su nombre, 11M, Francia y Marruecos fueron trending topic en Twitter. Puso su nombre en boca de cientos de personas, para bien o para mal.

La conspiración no sólo es un arma de manipulación social y política, sino también un arma real y peligrosa: destrozó la vida de Rodolfo Ruiz, comisario de Vallecas el 11 de marzo que estalló la bomba. Los conspiranoicos lo acusaron de poner una mochila falsa para incriminar a los yihadistas. Tanto su familia como él fueron víctimas de constantes persecuciones, insultos, vejaciones y miradas recelosas por parte de conocidos y vecinos. Su hija sufrió depresión. Su mujer se suicidió. Rodolfo Ruiz es una víctima de la conspiración y del comportamiento, tanto directo como cómplice, de cientos de personas.

Fuente de la imagen destacada: Diario de Madrid. 

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