Rocío Santos Gil es vocal de feminismo en Onda Color. Esta radio comunitaria se sitúa en el barrio malagueño de Palma-Palmilla. Su objetivo es informar y entretener a toda Málaga, pero especialmente al barrio en que se sitúa. La labor de Rocío es velar por las buenas prácticas feministas en la radio.

La vocalía de feminismo se encarga de que todos los programas e informativos de Onda Color sean paritarios en la medida de lo posible, y usen el lenguaje inclusivo. También se impulsan grupos de trabajo feministas que llevan a cabo diversos proyectos.

Hablamos con Rocío sobre uno de los problemas diarios de las mujeres: la «tasa rosa». De paso, le preguntamos sobre cómo está el movimiento feminista actualmente, y sobre la importante es la calle en sus aspiraciones. No seremos nosotros quienes proporcionemos nuestra definición de la «tasa rosa»: preferimos que lean la suya.

 

Código Público: ¿Cómo definirías la “tasa rosa”?

Rocío Santos Gil: Es el precio de más que pagamos las mujeres por adquirir determinados productos que aparentemente nos lo venden como algo específico para nosotras, ya pueden ser maquinillas de afeitar, desodorantes. Es un impuesto que tenemos que abonar por el simple hecho de ser mujer y que pueden llegar a diferencias de precio altísimas, a lo mejor incluso de euros, porque si haces un cómputo anual te pueden salir miles de euros.

CP: ¿Por qué crees que existe ese impuesto a la mujer?

Rocío: Yo no lo he pensado mucho, porque supongo que hay una estrategia de marketing detrás, pero normalmente son productos que tienen esa tasa rosa que consumimos más las mujeres porque por ejemplo, los perfumes desodorantes… hay una estrategia detrás donde se nos dice que si consumimos este tipo de productos vamos a estar más guapas, más reconocidas socialmente, vamos a estar mejor, porque tiene un producto específico para nosotras; este desodorante es específico para ti porque tiene minerales o te vas a ver más femenina, por lo que pienso que tiene una determinada estrategia de marketing detrás.

CP: Hace poco el gobierno anunció que iba a bajar los productos de los impuestos de la primera necesidad femenina, ¿cómo valoras esa decisión?

Rocío: Yo creo que la cuestión no pasa por comprar lo mismo por ser más barato. La economía tiene que pasar por un momento en el que busquemos unas formas de consumo alternativas, económicas, saludables y ecológicas, y no consumir más porque esté más barato. Por ejemplo, en el caso de las compresas o tampones, que se entiende que son de primera necesidad para las mujeres. A lo mejor las mujeres deberíamos plantearnos dejar de comprar estos productos y plantearnos el libre sangrado o utilizar la copa menstrual, que es muy ecológica y muy rentable.

CP: ¿Ves más “problema” en el consumismo que se produce?

Rocío: Por supuesto, al final el feminismo y la economía siempre van de la mano. Es como la ecología: no nos podemos volver locos reciclando, que está muy bien reciclar, pero la cuestión es no tener que llegar a reciclar. Hay que cambiar las estructuras mentales y empezar a pensar de qué forma podemos contribuir a un menor desgaste y un mayor cuidado del planeta, y eso pasa por dejar de consumir como estamos consumiendo hasta ahora; todo esto relacionado con higiene femenina.

CP: Como has mencionado, existen alternativas a los tampones como la copa menstrual, pero es cierto que muchas mujeres, por costumbre, compran tampones y compresas. Parece que falta algo de información. ¿Crees que el problema puede ser esa falta de información por parte de los organismos oficiales para que las mujeres sepan que existen otras alternativas?

Rocío: Sí. Creo que hay un “cuello de botella” relacionado con la educación relacionado con la higiene de las mujeres. Poco a poco se va avanzando más, ahora tenemos en las redes sociales y muchas feministas que están apostando por una “educación alternativa” a la institucional. Y se están recogiendo todos estos mensajes: el cómo tener que afrontar tu regla sin tener que usar un tampón o una compresa. Entonces, creo que existe falta de información, pero también es muy curioso cómo el movimiento feminista se está organizando cada vez más y dentro de esas redes no sólo estamos formando sino también informando. Yo creo que la copa menstrual, por ejemplo, la empecé a usar porque me lo dijo una amiga. Esa amiga me lo dijo y yo a su vez informé a mis amigas. Por lo que la información falta, pero de algún modo nosotras nos encargamos de que ésta llegue a todas las mujeres. También creo que la generación de mujeres que viene detrás tiene muchas más facilidades en ese aspecto. Pero a nivel institucional no existe mucha información. Estamos hablando de una alternativa que supondría un “shock” para los productos de higiene tradicionales. Teniendo en cuenta que nosotras sangramos una vez al mes y que son unos productos que tenemos que consumir una vez al mes, imagínate que le dices a las marcas grandes que dejas de consumir sus productos por que tienes una alternativa en la vida que cuesta 15 euros y que no vas a tener que comprarla de nuevo. A nivel de mercado eso sería muy fuerte.

CP: ¿Cómo crees que es de importante que el feminismo esté en la calle?

Rocío: El feminismo ganará la batalla si está en la calle. El feminismo institucional es importante, pero yo creo que tenemos que ganar la hegemonía cultural y tenemos que ganar en la calle. Es importante que estemos organizadas y que hagamos un trabajo a nivel de barrio, porque es muy fácil hablar con gente de tu colectivo que ya está concienciada, pero en tu barrio la gente no está concienciada, tienen otros intereses. En mi trabajo somos 40 hombres y tres mujeres, por lo que mis discursos allí hacen que entren en “shock” cuando les hablo de estas cosas. Creo que la calle es algo que no se puede perder jamás y que no se puede hacer teoría sin que exista la acción, que es algo que las mujeres estamos haciendo ahora, el tomar la calle como nuestro espacio público y desde el 8M eso se está notando y es fundamental, más allá del feminismo institucional.

CP: Con esta activación callejera del feminismo, ¿crees que sería posible hacer un 8M anual?

Rocío: Sí, yo estoy convencida de que el 8M fue el primer año, pero creo que ha sido como el disparadero de todo lo que viene detrás. Ya se está pensando en la huelga de 2019 y esto va a ser un “no parar”. Aquí ya nadie va a retroceder y nadie va al hogar, a lo íntimo, a pensar que lo privado es lo privado y se debe quedar en la casa y los trapos se friegan en el hogar. Creo que hemos tomado las calles y estamos deseando repetir esta manifestación.

CP: Hay mucha gente que piensa que manifestarse no sirve y que hay una huelga y no va. ¿Crees que manifestarse en la calle sirve?

Rocío: Por supuesto, es un logro haber hecho pensar a tanta población, es un logro de sistema. Pero hay gente que piensa que lo único importante es trabajar para sí mismo y para sus intereses y que el voto no vale nada. La historia nos indica que manifestarse vale mucho, los derechos que tenemos actualmente y que estamos perdiendo son derechos que se han adquirido en las calles. Los convenios provinciales que han trabajado tanto en la lucha sindical, como el convenio colectivo de hostelería y comercio de Málaga, que es uno de los mejores que existen y es porque mucha gente salió a la calle a “partirse la cara”; el hecho de estar trabajando 40 horas a la semana, el sufragio universal… Decir que salir a la calle no sirve para nada es hacerle un “corte de mangas” a la historia en mi opinión.

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