¿Qué tendrá Marbella, qué tendrá la costa, que todo el que llega, allí se coloca?

Qué Tendrá Marbella (1979) – Los Chichos

Ya lo relataban Los Chichos en su álbum Amor y Ruleta. Esa magia de lo desconocido en la Marbella de los ochenta. El paraíso terrenal para los más pudientes. La cima de una montaña, avistada desde lo más bajo, para los ambiciosos. Marbella era – y sigue siendo – el lujoso refugio de la Costa del Sol para exitosos empresarios o para la cúpula del famoseo internacional. Hasta esta ostentosa época en la ciudad retrocede Prime Video en su nueva serie de ocho capítulos: Los Farad (España, 2023).

 

Óskar, un joven profesor de aeróbic (Miguel Herrán) que reside en el barrio de Aluche (Madrid), subsiste con su mísero salario y con el único apoyo – dada su orfandad – de su tío Manuel (un Fernando Tejero que se tornará en una especie de Walter White onubense más adelante). En un ataque de valentía, conocerá a una ávida y adinerada Sara Farad (Susana Abaitua). De pronto, y movido por intereses económicos y sentimentales, se verá inmerso en su familia; una de las más poderosas del país. Conformada esta por el propietario de un negocio de tráfico de armas (Pedro Casablanc); su tierna, humana y familiar esposa (Nora Navás); un hijo inmerso en el más puro vicio marbellí (Adam Jezierski); la hermana pequeña con aspiraciones musicales (Amparo Piñero), y la viva representación de la ambición y la codicia encarnada por Sara. 

 

La serie gira en torno al desarrollo del negocio familiar. En plena Guerra Fría, el señor Farad – un tiburón sin escrúpulos –  entabla relaciones con guerrillas militares comunistas para suministrarles armas de fuego. No contento con ello, se deja querer por el otro bando y negocia con traición y frigidez por su propio beneficio. Este contexto histórico se entremezcla con el ascenso social del personaje de Miguel Herrán. Pues en la narración – que se intercala con imágenes reales de una oscura guerra política – la historia del conflicto se presenta con la locución acompasada de la voz en off del personaje que interpreta.

 

La familia Farad en una de sus misiones // Fuente: Prime Video

El negocio de familia como éxito audiovisual

Los proyectos sobre negocios familiares – véase Succesion o incluso Los Soprano – tratan de una manera o de otra temas similares. Salvando las distancias con los títulos anteriores, Los Farad se adecua a la naturaleza de este género. Para ello, se sumerge en las ambiciosas aspiraciones, cuya culminación siempre desemboca en la ciudad de Marbella. Porque esta serie trata – sobre todo – de ambición. Primero económica, y cuando ya se posee, aparece el deseo de poder. Se presenta una escalada social vertiginosa; que en uno de los capítulos se relaciona con certeza con el crecimiento de un abeto (ya que crece hasta lo más alto, pero no madura bien su tronco en el proceso).

Esta codicia se ve contrarrestada por una especie de Carpe Diem de los personajes de Adam Jezierski y Fernando Tejero. Sobre ellos, se sostendrá la vitalidad, la humanidad y el abogar por una vida sencilla exenta de frustración empresarial. Además, el humor con el que se entrelazan sus caminos – gracias a un casting convenientemente apropiado – destensa una historia en la que el poder se antepone siempre al calor hogareño de la familia.

 

Jezierski y Tejero en una de las secuencias de Los Farad // Fuente: Prime Video

La Guerra más fría

Quizás la serie peque de no ahondar lo suficiente en las relaciones humanas. La trama se desvía en ocasiones y se torna en una leve crítica a los intereses políticos – y deshumanizadores – de la Guerra Fría. Este serpenteo, ya que no termina de ser convincente a nivel narrativo, es lo que resta peso emocional a otra guerra de distinta índole: la que explotará entre los miembros de la familia Farad.

Así pues, la relación de Óskar y Sara se ve eclipsada por el conflicto nicaragüense de los ochenta; el desarrollo emocional de la madre por los intereses cubanos en el continente africano; y la desvinculación de la hija pequeña con su familia por la guerra de Angola. Por lo tanto, se desaprovecha en cierta medida el potencial de una trama principal más que seductora.

De todos modos, Los Farad despiertan en todo momento interés y magnetismo. Ya no por la ambición del protagonista – que también -, sino por los retratos sobre la codicia, el contraste socioeconómico de la época, el lado oscuro de los negocios familiares y, sobre todo, por las más oscuras incógnitas surgidas de la realidad de Marbella.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.