Traspasado ya el ecuador de la temporada, Max Verstappen lidera cómodamente el campeonato frente a una Scuderia Ferrari que continúa desaprovechando oportunidades. Ya sean errores de pilotaje, errores de estrategia o problemas mecánicos, lo cierto es que el equipo italiano no está materializando ni su poderío a una vuelta, ni su gran ritmo en cada Gran Premio.

A pesar de comenzar la temporada hace ya unos meses con un doblete en Bahréin, el paso de las carreras ha colocado a Ferrari en una posición extremadamente difícil para luchar por el campeonato. Con diez pruebas aún por disputarse, Charles Leclerc se sitúa a 63 puntos de Max Verstappen en el mundial de pilotos, mientras que en el de constructores, Ferrari se encuentra a 82 puntos de Red Bull. Esto no evidencia otra cosa que no sea la ineptitud de Ferrari en ciertos aspectos, sobre todo a la hora de la elección de estrategias, las cuales han lastrado en varios Grandes Premios a sus dos pilotos.

Sin ir más lejos, el último fin de semana muestra a la perfección el resumen de la temporada de Ferrari. En Paul Ricard, la escudería italiana contó de nuevo con el mejor monoplaza en clasificación y con un gran ritmo en carrera. Sin embargo, no consiguieron ni siquiera subir al podio en una carrera donde todos los fantasmas de la temporada volvieron a aparecer

En primer lugar, la fiabilidad volvió a ser protagonista en Le Castellet, donde Carlos Sainz tuvo que arrancar el domingo desde el fondo de la parrilla después de sobrepasar el límite de componentes de motor útiles tras la barbacoa que sufrió dos semanas antes en Austria. De esta manera, Ferrari perdía a uno de sus pilotos en la lucha por la pole y por la victoria antes, incluso, de que se apagara el semáforo.

En segundo lugar, otro de los fantasmas de la temporada; los errores de pilotaje. A comienzos de año, un Carlos Sainz aún en un proceso de adaptación cometía errores en Australia, Imola y España. Sin embargo, esta vez fue Leclerc el que falló, yéndose al muro en Paul Ricard cuando lideraba la carrera. Esto, sumado a los problemas de fiabilidad que tuvo el piloto monegasco en Montmeló y Azerbaiyán cuando tenía claras opciones de victoria, deja a Charles Leclerc a la espera de un cero de Verstappen para volver a meterse en la lucha por el mundial.

Por último, pero no menos importante, uno de los problemas que viene lastrando a Ferrari desde hace varias temporadas; los errores de estrategia. El pasado fin de semana fue Sainz el que sufrió al muro de Ferrari. Saliendo con los duros desde atrás, la salida del safety car tras el incidente de Leclerc obligó al madrileño a entrar en boxes. Sin embargo, una mala parada provocó la pérdida de posición con Ricciardo y una penalización de 5 segundos por unsafe release (reincorporación peligrosa al carril de boxes). Pero esto no acabó aquí. El piloto de Ferrari tuvo que montar los medios cuando quedaba aún más de la mitad de carrera, mientras que el resto montaban los duros. Aun así, el madrileño mantuvo mejor ritmo que sus rivales y consiguió alcanzar la tercera plaza después de adelantar a Russel y a Pérez. A pesar de ello, Ferrari optó por entrar en boxes a falta de diez vueltas para el final, matando sus opciones de podio y confirmando una estrategia más que conservadora.

En definitiva, Ferrari se empeña en demostrarnos cada fin de semana que para ganar no hace falta tener solo el mejor coche, hace falta ser los mejores en absolutamente todo, y Ferrari, no lo es.

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