La entrada de VOX en la escena política española resultó un terremoto ideológico; sobre todo, en el centroderecha y derecha. Las posiciones del partido de Abascal, más duras, atrajeron a sectores del Partido Popular, mayormente. Esta descomposición en el centroderecha o derecha alertó a la dirección del PP: había que frenar la sangría hacia VOX.

La estrategia fue clara: hacer más duro al PP para evitar que parte de sus votantes se marcharan a un partido más conservador. Así, los ciudadanos no tenían que irse del Partido Popular para ver satisfechas sus necesidades. Una de las medidas más mediáticas fue la aparición de Aznar en múltiples actos públicos con un tono de lo más incisivo: «A mí nadie me dice a la cara ‘derechita cobarde’ porque no me aguanta la mirada», espetó el exdirigente popular en una ocasión.

Estrategia poco ofensiva

El PP se encontró entonces en una situación curiosa: debían evitar que parte de sus votantes se fueran a VOX, pero sin atacarles frontalmente. La formación de Casado era consciente de que quizá haría falta el apoyo de los de Abascal en el futuro, conque no les convenía ganarse su enemistad. Los de Abascal, mientras, no cesaron en su ataque total a los demás partidos.

Y es que «derechita cobarde» es el término que VOX utiliza para referirse al Partido Popular. Esta forma de dirigirse a los populares, aparte de las diferentes críticas que los de Abascal lanzan al centroderecha español, conforma una estrategia de ataque al que el PP no estaba respondiendo. Este hecho motivó aun más la sangría de votos hacia la formación ultraconservadora.

 

Fotografía compartida en redes sociales por Pablo Casado (vía Twitter)

 

Demasiado blando

En definitiva, la estrategia de Casado para frenar a VOX fue intentar acercarse más a ellos y no atacarles. Lo peligroso de esta estrategia hizo que fracasara: el PP podía perder su lugar en el espectro ideológico, en el que siempre se han referido a sí mismos como «centroderecha». Al abandonar este sitio, otros podían ocuparlo; lo que hizo Ciudadanos.

Rivera sí utilizó una estrategia más ofensiva, y consiguió colocarse donde Casado debería haberlo hecho para recoger más votos: contra Sánchez. Al hacer incesantes sus críticas al líder socialista y su gobierno, C’s consiguió que gran parte del electorado les percibiera como la alternativa al PSOE. Esta posición lanzó a los de Rivera en detrimento de un Partido Popular desubicado.

No se puede copiar al original

Casado intentó absorber las exigencias de aquellos votantes de su partido que se pasaban a VOX. Abandonó su lugar original, el que Rivera consiguió arrebatarle, e intentó competir con los de Abascal. El error estuvo en intentar enfrentarse al original; algo que siempre sale mal. Nadie va a ganar a VOX en dureza y ultraconservadurismo.

El miedo a no poder sumar los suficientes escaños para gobernar hizo que el PP le dejara más cancha a VOX, y el resultado fue el que vimos en las pasadas elecciones. Ni se consiguió frenar a VOX ni gobernar. Todos los aspectos de la estrategia fracasaron, y ahora, a Casado le toca reconstruir su partido intentando virar de nuevo al centro atacando a VOXCiudadanos como unos rivales más.

 

Imagen compartida en redes sociales por Pablo Casado (via Twitter)

 

Así será la estrategia para las municipales

Casado ya ha adelantado cuál será el discurso del Partido Popular al menos hasta las elecciones municipales. La estrategia es situar a VOX en la extrema derecha y a Ciudadanos como un partido hipócrita que, hasta hace poco, era «socialdemócrata». El objetivo es situar a su izquierda a la formación naranja y a la derecha al partido de Abascal para centrarse de nuevo.

Con VOX, la táctica puede funcionar en cierto modo: al fin y al cabo, las polémicas acciones que suele realizar la formación de Abascal sirven como impulsoras de que se les denomine como «extrema derecha». La mayor parte de los analistas políticos les encajan como extrema derecha también, así que no se percibirá mal que Casado les llame así: su peor enemigo puede ser la hemeroteca, pues hace semanas, les ofreció influencia en el Gobierno.

Con Ciudadanos, la estrategia puede torcerse. La formación naranja ha ocupado el centroderecha que el PP dejó de lado antes de las elecciones, y se consiguió postular como la alternativa a Sánchez. Las urnas han confirmado esta percepción, pues faltó muy poco para el sorpasso de C’s al PP, y un sondeo de LaSexta indican que casi un 10% de los votantes arrepentidos de Casado se pasarían a Ciudadanos VOX.

Futuro incierto

Una estrategia no muy convincente y unas elecciones municipales muy cercanas. El Partido Popular tiene un mes para recomponerse y ocupar de nuevo el lugar que dejó para frenar la llegada de VOX. Se antoja difícil, pues este lugar lo está intentando conquistar Rivera, y las elecciones ya le han dado crédito para seguir defendiendo su intento de arrebatarle a Casado la percepción de «alternativa a Sánchez».

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