Con esta frase se ponía el punto y final al XXII Congreso de Periodismo de Huesca el pasado 5 de noviembre. Andrea Ropero (El Intermedio) y Lola Ester (El Periódico de Aragón) cerraban un evento que en apenas tres días repasó detalladamente la profesión del periodista, y por el que pasaron grandes voces del oficio.

La precariedad, la inmediatez, el asentamiento de los medios digitales y la creación de nuevos proyectos gracias a ello fueron algunos de los temas discutidos en el Congreso. Conversaciones de periodistas para periodistas en las que se puso sobre la mesa no solo la situación actual de nuestra profesión, sino también su futuro.

 

La conversación entre estas dos periodistas aragonesas recogió todo lo comentado en las ponencias anteriores y acabó describiendo dos visiones distintas del mundillo: una más “romántica”, como describió Ropero, y otra más pesimista a la que se acogió Ester. Miradas distintas de dos generaciones que se entrelazaron al hablar de la situación del oficio que incomoda por excelencia.

La periodista de El Intermedio se refirió a nuestro trabajo como la labor de “preguntar y repreguntar”; y, claro, ¿a quién no le irrita tener que responder lo que no quiere admitir? Aunque, como bien dejó claro, no responder ya es una respuesta: “Hay personas que dicen más por lo que no dicen que por lo que dicen”.

Uno de los puntos más resaltados fue la relación entre dinero e información. Se puso sobre el auditorio Carlos Saura el siguiente dato: el 70% del oficio considera que no está bien pagado.

Sin embargo, el problema ya empieza antes de cobrar. Desde la pandemia, el paro ha aumentado un 20%; de ese porcentaje, el 65% son mujeres; porque lo que es malo para todos, para nosotras es dos veces peor. Muchas profesiones comparten este problema, pero, en el periodismo ¿afecta esto directamente al producto, a la información? Ellas lo tuvieron claro: “Para hacer buena información tienes que invertir dinero”.

Es la clave, como en todo, el dinero. Si no se facilita la financiación necesaria ni se dispone de profesionales bien pagados, la información pierde calidad. “Hemos devaluado tanto la opinión que no sé hacia donde vamos”, expuso la por muchos años subdirectora de El Periódico de Aragón.

Ambas hicieron hincapié en la importancia de hacer autocrítica; de analizar exhaustivamente qué es noticia y qué es ruido, porque, citando a Gabilondo, Ester aclaró lo siguiente: “O nos separamos del poder o no tenemos nada que hacer”. Así se abría otro frente en el debate de si hay que “entrar al trapo” de los poderes políticos y las redes sociales.

Otra de las razones expuestas de esta devaluación del oficio fue la precariedad que envuelve al periodismo desde hace ya tiempo. No solo en los ya profesionales, sino también en los que nos estamos formando: “Muchísimos becarios que el día de mañana serán el futuro de esta profesión; es indignante que no se les pague. Se les da el trabajo que tendría que estar haciendo un compañero con un sueldo digno. Y ese trabajo se suele dar a los becarios a coste cero”. Estas palabras de Andrea Ropero sobrevolaron el auditorio lleno de futuros y futuras periodistas mientras recalcaba lo que había que erradicar.

Dirigirse en medio de este panorama al “futuro de la profesión” parecía difícil. Pero, Lola Ester no dudó en aconsejar a los presentes que, si no queremos convertirnos en víctimas de la precariedad, “hay que exigir a los medios de comunicación que te contratan que no lo hagan como mano de obra gratis o barata. Hay que hacer presión”.

 

Como futura periodista oscense no podía no recalcar en este artículo la mención de Andrea Ropero a la importancia de la localización del congreso en Huesca; por la visibilidad que como aragoneses muchas veces no tenemos y por afirmar que al periodismo le queda mucho futuro por incomodar.

El tiempo se acabó y Andrea Ropero no necesitó más de cinco palabras para recoger todo lo hablado esos tres días en el Palacio de Congresos de Huesca; cinco palabras que necesitaba recuperar del titular para acabar este artículo, porque escribirlas solo una vez me parecía poco: Falta dignidad y sobra precariedad”.

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