Como bien dijo nuestro querido Cervantes: «el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho«, aunque a día de hoy, eso parecer haberse olvidado, lo de leer digo. ¿Acaso se lee hoy como se leía antes? Una pena, la verdad; pero siempre quedarán aquellos apasionados ‘devoralibros‘ que disfruten de una buena lectura y todo lo que viene con ella.

A veces me da por pensar que aquellos que no disfrutan de este placer es porque no lo han conocido bien, o simplemente, porque no se promueve y fomenta debidamente. No es algo nuevo que desde que somos pequeños, en el colegio o instituto, se le haya dado siempre más importancia a las matemáticas. Así, es normal que todo el mundo quiera un ingeniero por hijo, no cabe pensar que su hijo podría ser el nuevo García Márquez. De esto nace la más que extendida expresión vulgarizada sobre la gente de letras, enormes desprecios. Por ello, a edades tempranas se empieza a desarrollar una cierta tirria a eso de los libros, la lectura y, a grandes rasgos, la literatura.

Esto es sin duda alguna un terrible error, despreciar algo tan valioso como la literatura, la huella del tiempo grabada en esas páginas de increíbles libros. Creo que no somos conscientes de lo que se esconde tras ellas: lecciones de historia, bonitas canciones hechas poema o una invitación a la reflexión; pero en cualquier caso, un regalo. La literatura es un arte y como tal, hay que aprender a apreciarlo como se merece.

Por eso hoy es un día de celebración, de oda a la misma, es el Día del Libro; puede que sea un buen momento para empezar a leerte uno, escoge tu género preferido y sumérgete en él, métete en la piel de su protagonista, siente la incertidumbre por lo que pasará en la siguiente página, pero sobre todo, disfrútalo, disfrútalo solo o acompañado, regala libros. Es eso lo que se hace en Sant Jordi, ¿no? Una bonita forma de mantener la lectura en el orden del día, al igual que otras muchas iniciativas como la multitudinaria Feria del Libro de Madrid, que este año se celebrará del 31 de mayo al 16 de junio donde siempre, en El Retiro. Una bonita forma de combinar un paseo primaveral y la literatura.

Al fin y al cabo, lo que nos queda son las cosas pequeñas, los placeres propios que elegimos cada cual a su gusto, aunque solo espero que la lectura nunca deje de ser uno de ellos, en todas sus formas. Desde el teatro hasta la poesía pasando por la narrativa, existe un libro para cada persona, ¿sabes ya cuál es el tuyo?

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