¿Ha avanzado el feminismo en los últimos años? Por Raquel Bernal

Hace cuatro años, el ocho de marzo de 2020, escribimos un artículo sobre los retos para el feminismo del siglo XXI. Hoy toca preguntarnos: ¿hemos mejorado con respecto a hace unos años? Probablemente sí, pero no todo lo que deberíamos. Es decir, es obvio que cada vez se denuncia más la violencia contra la mujer, tanto la sexual como la violencia de género, pero en otros aspectos, como el reconocimiento de las mujeres trans como mujeres o la sororidad aun nos queda mucho por hacer.

Por eso este año queremos centrarnos en visibilizar otros retos que, aunque tal vez no nos tocan tan de cerca, sí que nos afectan a todas.

Francia blinda el derecho al aborto, el avance real en los derechos de las mujeres, por Isabel Soler

Este lunes, Francia marcó un hito histórico al convertirse en el primer país en otorgar rango constitucional al derecho de las mujeres a abortar. En un notable momento de consenso entre los partidos políticos, caracterizado por una auténtica transversalidad política, ambas cámaras del Parlamento aprobaron por una abrumadora mayoría -780 votos a favor, 72 en contra y 50 abstenciones- la enmienda constitucional para proteger el derecho a interrumpir voluntariamente el embarazo.

El primer ministro de Francia, Gabriel Attal, aseguró: «Todavía estamos lejos de haber llegado al final del camino. Pero paso a paso, la igualdad se va acercando. Al garantizar en nuestra Constitución la libertad de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo, concedemos una segunda victoria a Simone Weil, y a todas las que han abierto el camino. Sobre todo, mandamos un mensaje a todas las mujeres, vuestro cuerpo os pertenece y nadie tiene derecho a disponer de él en vuestro lugar.»

¿Quién es Simone Weil y por qué hablan tanto de ella?

Simone Weil fue una filósofa, escritora y activista política francesa nacida en 1909 y fallecida en 1943. Weil fue consciente de las desigualdades de género y se comprometió activamente en la lucha por los derechos de la mujer. Su propia experiencia como mujer intelectual en una sociedad dominada por hombres la sensibilizó ante las injusticias que enfrentaban las mujeres en diversos ámbitos de la vida, incluida la educación, el trabajo y la participación política.

Defendió el acceso de las mujeres a la educación superior y al trabajo intelectual, desafiando las normas tradicionales de su época que limitaban el papel de la mujer al ámbito doméstico. Simone Weil no promulgó leyes en el sentido tradicional, ya que no ocupó cargos políticos ni ejerció poder legislativo. Sin embargo, su influencia en la promoción de los derechos de la mujer y en la política en general radica más en sus escritos, actividades y su participación en movimientos sociales que en la creación de leyes específicas.

 

 

Internacionalización del feminismo – por Alba Nieto

La búsqueda y defensa de la igualdad entre hombres y mujeres pasa, naturalmente por una manifestación de necesidades y problemáticas presentes en la actualidad. Existe por ello un asumido consenso respecto de unos desafíos comunes a una gran mayoría de mujeres: brecha salarial, cargas de tareas domésticas, techo de cristal, acoso callejero, abuso sexual, violencia de género… No obstante, desde el feminismo debemos sincerarnos y admitir que el común denominador de todos ellos es el contexto occidental.
“Si nos tocan a una, nos tocan a todas” suele ser uno de los lemas predominantes en las manifestaciones, y en consecuencia resulta imprescindible que los reclamos del movimiento consideren también las realidades de mujeres de todo el globo, donde la desigualdad está multiplicada. Hablamos de mutilaciones genitales femeninas, torturas sexuales, utilización de la violencia sexual como arma de guerra, tráfico y prostitución de mujeres y, en suma, prácticas quedaron olvidadas desde nuestra comodidad eurocéntrica.
Desde una mirada multicultural y desde nuestro privilegio, hemos de visibilizar toda violación de los derechos humanos de las mujeres, poniendo el foco allá donde nunca estuvo. Porque solo mediante la inclusión en la agenda feminista de la gran lista de desigualdades que sufrimos a lo largo y ancho del globo podremos hacerle frente y alcanzar una utópica sociedad justa para todas.

 

En definitiva, mientras que en Europa occidental vamos avanzando lentamente hacia la igualdad, en el resto del mundo no siempre es así. En muchos países, los derechos de las mujeres no solo no avanzan, sino que retroceden. Luchar por la igualdad y los derechos de la mujer en todo el mundo es una labor que nos atañe a todas.

 

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