De izquierda a derecha: Uriel, Luka, Yols y Math.

 

Sara Gil Cordido (@saragilcor)

Helena Marcén Sala (@helenamarcen)

Maria Vergés Redón (@Maria_VergesR)

 

 

El binarismo de género es un concepto que divide a las personas en los dos géneros socialmente establecidos: hombre o mujer. Esto hace que cualquier persona que no se identifique con estos, se sienta excluida.

Vivimos en un contexto en el que, en cuanto naces, ya está decidido lo que eres, simplemente en función de tus genitales. Sin embargo, debemos contemplar que no todo es blanco o negro y que existen otras muchas realidades. Aquí contamos la historia de cuatro personas que se oponen a este binarismo y que nos explican cómo rompen esta imposición social.

*A lo largo del reportaje habrá adjetivos escritos de forma neutra porque así lo han querido las personas que han puesto voz a esta historia.

*Las fotografías son cedidas por los testimonios

 

 

I – NIÑEZ

 

Si echamos la vista atrás y pensamos en qué es lo que recordamos de nuestra niñez, nos vendrán muchas películas a la cabeza. A Uriel (26 años y originario de Úbeda), sin duda, se le dibujará la escena de cuando tenía ocho años y sentado en el salón de su casa vio, junto a sus padres, la película de Juana de Arco. “Me empecé a preguntar muchas cosas, como por ejemplo cómo una mujer se hace pasar por hombre y consigue tantas cosas, por qué no podía conseguirlas si era una mujer normal… Yo ya era ultra pesado”. Termina la frase riéndose.

La misma risa que desborda en Luka (30 años y originario de Santa Coloma de Cervelló), que se identifica como trans, aunque concreta que no se siente ni hombre ni mujer, y que cuenta que en su etapa del colegio fue “todo bien”, pero que claro, que lo complicado llegó en el instituto, como para cualquier persona. “A la que está con un peso que no es el ideal le dicen que está gorda; a la que está delgada, que está delgada; y a la que viste como un chico, pues ‘marimacho”.

“Marimacho” o “machorra” son los términos que utiliza Yols (25 años y originaria de Málaga), para definir cómo se dirigían a ella cuando era una niña. Se identifica como una persona no binaria y no le gusta enmarcarse en las etiquetas, pero se decantaría más por género fluido. “Seguí así hasta más o menos los 13 años, al entrar en la adolescencia, que ya una vez te han dicho tantas veces machorra, pues haces el cambio radical. Pasas a ser muy femenina, a cuidarte mucho. Pasé una serie de trastornos, fui bulímica, empecé a consumir alcohol a los trece y también porros. Cuando llegué a Bachillerato, dejé a un lado la toxicidad, seguí siendo bastante femenina, o al menos lo intentaba, pero aun así sentía que no encajaba”.

Math (27 años y originarie de Madrid), que se define a sí misme como no binarie, concretamente agénero, también sabe mucho de lo que es no comprenderse. “En mi caso, yo siempre me he identificado como un ‘bicho raro’ en el sentido de que no encajaba socialmente”. Encajar en la sociedad, ¡qué cosas! Como si la vida fuese un puzzle perfecto.

 

 

II – PUNTO DE INFLEXIÓN

 

“En la universidad empecé a hacer un poco más lo que yo quería y no lo que yo creía que la gente quería. Y ahí fue cuando descubrí que existía el género no binario. Empecé a replantearme cosas y dije ‘a lo mejor esto tiene que ver algo conmigo’. La primera vez que me corté tanto el pelo, me miré al espejo y dije: ‘¡Hostia! Esa soy yo’. La verdad es que fue una sensación de decir ‘guau, es la primera vez que me veo de verdad’. El pelo largo para mí era una forma de protegerme un poco, es decir, me daba ese toque femenino”, cuenta Yols. En todos los testimonios hubo un momento clave en sus vidas en el que se empezaron a plantear que no encajaban en la forma en la que estaban siendo socializades.

También fue en la universidad cuando Luka empezó a plantearse su situación: “Empecé a conocer gente nueva y a salir con otros ambientes más activistas, relacionados con el feminismo sobre todo. Y ahí descubrí muchas cosas de identidades, cuerpos, gente migrada… de todo. Yo no pensaba mucho en mí. Pensaba en esto pero no aplicándolo a mí. La primera vez que tuve visita en Trànsit, el servicio público de atención y acompañamiento a personas trans ubicado en Barcelona, hace un año y pico, la psicóloga me dijo: ‘a ver, tú el tránsito ya lo has hecho. A ti lo que te falta es hacerlo tú contigo’. Una obra de teatro sobre testimonios trans a la que acudió, marcó un antes y un después e hizo que le asaltasen las preguntas: “Estaba entre el público viendo al actor contar su historia y pensé ‘qué valiente, qué envidia”. Después de la obra estuvo unas semanas dándole vueltas y fue entonces cuando decidió contárselo a su pareja para solucionar sus dudas.

Asimismo, el feminismo fue lo que ayudó a Math: “A raíz del feminismo encontré muchas cuestiones de liberación del género, pero en cierto punto también se me quedaba un pelín corto. Entonces llegué a lo que es el transfeminismo e identidades no binarias y dije: ‘vale, este es mi sitio’.

En el caso de Uriel, empezó a mostrarse como quería siendo más joven: “Yo ya por Tuenti ya era Uri, era muy andrógeno y jugaba mucho con eso. Tenía la cara y la voz muy mestiza. La gente ya daba por hecho que era un niño, un niño raro. Se olían algo extraño. Hay gente que me conocía en esa época que me dice ahora: ‘Jo tío, me tenías engañado’ pero en verdad no porque yo nunca dije ni una cosa ni la otra, las conclusiones las sacaron ellos”.

 

III – FAMILIA Y ENTORNO

 

Después de años intentando encajar en la sociedad, descubrir quiénes son es reconfortante a nivel personal pero difícil de exteriorizar. ¿Cómo les dices a tus padres que no te sientes ni hombre ni mujer?

 

 “Súper fácil, sin explicar nada. Mis padres hoy en día no saben que me identifico con el no binarismo”.

– Yols 

 

 Math tampoco se lo ha dicho a su familia mientras que, para Uriel y Luka, poder contar con este apoyo es muy importante.

“Mi familia lloró mucho porque creía que lo había pasado mal. Como todas las historias de los trans son dramáticas… pero yo lo he pasado peor por ser mujer que por ser trans”.

– Uriel

“A mi madre le meto mucha caña. Le explico que hay gente no binaria, de género fluido… le cuesta, pero lo intenta».

– Luka 

 

Con quien todos hacen un esfuerzo es con los amigos, aunque algunos lo viven con incomprensión.

“Mi mejor amigo se quedó un poco ‘uau qué curioso’ pero su reacción y su curiosidad me ayudó a investigar por mi cuenta”.

– Yols

“Es gente importante en mi vida, pero sí que está la parte esa de que no me conocen del todo o de que no es una relación real del todo”.

– Math

 

El miedo al rechazo, a tener que dar explicaciones y a enfrentarse a una sociedad que no está preparada para la verdad hace que muchos decidan no contarlo en el trabajo.

“En el trabajo no lo saben, paso de exponerme a toda la violencia que puede haber”.

– Math

“En el curro me llaman por mi nombre del DNI, en femenino. A mí esta gente no me importa una mierda”.

– Luka

 

Gráfico: Discriminación Trans en España. 

 

IV – RELACIONES SENTIMENTALES

 

Las parejas son uno de los principales puntos de apoyo para las personas protagonistas de esta historia. Todas han compartido, en un punto u otro de la relación, que se identifican con el no binarismo.

Para Uriel, su novia es como esa mejor amiga con la que te entiendes muy bien. Se conocieron cuando eran adolescentes por redes sociales y, a pesar de que ella estuvo mucho tiempo ignorándolo y nunca había estado con mujeres, ya llevan dos años saliendo. Este reconoce que algunas veces han pensado que era el amigo gay de su pareja pero que ahora ya se han acostumbrado y se entienden perfectamente.

Luka y Mar se conocieron hace tres años cuando este empezó a juntarse con colectivos activistas relacionados con el feminismo. Mar fue la primera persona a la que le explicó lo que le estaba pasando. Luka reconoce que, como llevaban poco saliendo cuando decidió contárselo y ella le conoció cuando se identificaba como chica, sintió miedo a dejar de gustarle porque Mar es lesbiana. Sin embargo, su novia le ayudó desde un principio y defiende que nunca le ha visto como una mujer ni como un hombre, sino como la persona que es.

Math coincide con esto y es que siempre se lo ha contado a sus parejas sentimentales “porque quiero que tengan una relación conmigo, con mi yo real, y no con la construcción que tienen en la cabeza de mí”, expresa.

Yols y Diana se conocieron hace medio año a través de una aplicación móvil para conocer gente. Como la aplicación era solo de chicas, Diana dio por hecho que era una mujer hasta el día en que quedaron en persona y Yols le comentó que era no binaria. Para Diana fue algo muy natural porque siempre ha sido partidaria de que el género es una construcción social. “Yo directamente la veo y pienso ‘es que es un chico’. No tanto por la ropa, sino por lo que transmite. Es como la percepción que tienes de esa persona en ese momento. Hay veces en que la veo más femenina y otras más masculina”, comenta Diana.

 

Yols y Diana en un viaje a Barcelona.

 

Diana confiesa que lo primero que hizo fue buscar información de “cómo no meter la pata” porque es un tema que, aunque en sí mismo no sea delicado, la sociedad lo hace complejo.

Cuando ya llevaban unos días de relación Diana notó algo raro por lo que a las relaciones íntimas se refiere. Yols no quería que le tocara algunas partes de su cuerpo. Cuando Diana se dio cuenta que lo que realmente ocurría era que su pareja sentía disforia con su pecho simplemente se limitó a dejar de tocarlo.

Defiende que simplemente es una zona de su cuerpo y que, como la quiere tal y como es, tiene en cuenta otras cosas. Aun así, si alguna vez ha querido tocarle los senos le ha preguntado, con naturalidad y confianza, si se sentía cómoda. Para ella, la comunicación es muy importante también cuando se trata de abordar temas íntimos.

 

 

 

V – CÓMO SE DIRIGEN A SÍ MISMES

 

El conjunto de letras por las que la gente denomina a alguien, el nombre, puede causar desasosiego en las personas que no se sienten cómodas con él. De alguna forma es nuestro símbolo. Math ha decidido cambiarlo de manera oficial en los documentos que le identifican “el tener el nombre cambiado, que mi nombre real sea también mi nombre oficial, sí que es muy beneficioso de cara a mi autoestima y demás y poder ser reconocide por mi nombre”.

Luka ha decidido ahorrarse el papeleo. Cuando depende de él, se presenta como Luka, pero en contextos como el laboral se dirigen a él por lo que figura en el Documento Nacional de Identidad. También su familia, pero es distinto, asegura: “Mi madre dice ‘es que ya sabes que yo soy mayor y ya no puedo hacer tantos cambios’ y realmente te ríes y te da igual. Que mi madre, que la quiero más que nada, me llame por mi nombre me da hasta amor”.

Yols no focaliza tanto en su nombre de pila, porque “siempre ha sido así”, dice. Pero sí que tiene más anécdotas con el género de los sustantivos. “A mí muchas veces me sale hablarme en masculino pero casi por accidente, me pasa mucho. Es algo que está ahí como… No es un lapsus, está ahí de verdad. Ella –su novia-, una vez íbamos a cenar o algo y por la calle me dijo: ‘Qué guapa estás… No, no, qué guapo estás’, y creo que era por la ropa que llevaba o simplemente por cómo me movía a lo mejor. Son cosas que a lo mejor cambian, que son pequeñísimas, pero que cuando una persona te conoce bien y sabe identificarte bien, lo ve muy rápido”.

Algo similar siente Uriel, que comenta que se dirige a sí mismo de forma indiferente: “A mí no me importa. Y a veces yo voy a variar, voy a hablar de mí en masculino, en femenino…Yo es que rara vez utilizo el neutro, lo utilizo con personas que usan ese pronombre (…). Por eso mismo yo no me cambio el DNI, porque en el DNI pone sexo y no género, no tiene sentido”.

 

 

 

VI – DISFORIA

 

Salvo Uriel, que se sometió a una mastectomía por cuestiones estéticas, el resto de testimonios sufren disforia física, concretamente con su pecho.

Desde la pubertad Luka ha sentido incomodidad con sus pechos, veía a los chicos y envidiaba sus cuerpos. Desde el momento en que los senos empezaron a desarrollarse, optó por llevar camisetas anchas para disimular su complejo. En su caso ha llegado a pensar que no forman parte de su cuerpo y por ello, a día de hoy, utiliza un binder para aplanar el pecho y sentirse más seguro.

En los próximos meses se someterá a una mastectomía y reconoce que, aunque siente miedo por la operación, estará mejor consigo mismo y podrá empezar a llevar camisetas de tirantes o más ajustadas ya que hasta ahora no lo hacía por vergüenza. También dejará de tener que decidir entre ponerse bañador o bikini para ir a la playa, algo que, según él, le hacía sentir ridículo cuando se miraba al espejo.

 

«Joder, es que a mí también me gustaría sentirme bien con mi cuerpo, pero no es así” – Luka

Sin embargo, no asocia esta incomodidad con el género, por lo que se refiere a los órganos reproductivos, porque a él la vagina y tener la regla no le provoca rechazo, sino que únicamente le provoca malestar el pecho.

Por otro lado, Math no siente solo disforia hacia su pecho, sino que también ha sufrido disforia social. “Yo a veces sí que sufro disforia hacia mi cuerpo, pero también hay un tipo de disforia que la llamamos disforia social que es sobre todo cómo nos leen les demás, cómo vemos que nos siguen imponiendo y obligándonos a encajar en categorías. Por ejemplo, yo una época por disforia social, durante un mes no pude ni salir de mi casa. Yo creía que ponía un pie fuera de la puerta y que toda la gente que me veía pensaba ‘mujer, mujer, mujer, mujer’ y yo no podía con eso, no podía con esa ansiedad”, confiesa.

 

Uriel (@srte.uriel ) tras la mastectomía.

 

 

 

VII – PROCESO HORMONAL

 

Uriel hace tres años que inició un proceso hormonal. En un primer momento decidió hacerlo simplemente para experimentar, aunque ahora reconoce que la idea que tenía en mente de su físico se adecúa más a cómo se ve ahora que a cómo se veía antes.

Uriel todavía no quiere finalizar el proceso hormonal porque, al estudiar deporte, quiere esperar a desarrollar ciertos músculos y luego disminuir o llevar al mínimo el nivel de testosterona. Sobre todo, porque se ha dado cuenta que le afecta a la salud.

 

“Adoro la regla, voy al revés de todo el mundo”.

– Uriel

 

 

Por otro lado, Luka también inició un proceso hormonal aunque solo lo siguió durante siete meses. En un principio, a pesar de tener muy claro que no quería ser un hombre pero que había cosas de su cuerpo que quería cambiar, lo hizo para experimentar y ver si le gustaban los resultados.

Aun así, Luka hace aproximadamente nueve meses que no se hormona y según él: “Yo no he cambiado eh. Soy como me veis ahora. Me hormoné unos meses pero cuando era chica era igual que ahora. El cambio no fue mucho porque estuve los primeros seis meses haciendo dos pulsaciones y eso no es nada. Y en los últimos cuatro meses ya empezó a notarse y ya paré”, expresa.

Tanto Luka como Uriel han coincidido en que al tomar testosterona experimentaron una serie de cambios a nivel emocional.

Según Luka, muchos hombres no lloran porque les han educado así pero también porque entran en juego las hormonas. En su caso, al hormonarse poco tiempo, no lo notó mucho pero comentaba que otras personas que seguían el mismo proceso hormonal que él sentían calores, más fuerza, más lívido, menos emociones y más enfados. Este dejó el proceso porque los cambios no le gustaban y no quería no poder llorar. Comenta que no se siente ni mujer ni hombre pero que si tuviera que elegir se sentiría más cerca de lo que es una mujer porque según qué masculinidades le provocan rechazo.

Del mismo modo, Uriel defiende que “el problema de la masculinidad tóxica es la testosterona porque te vuelves insensible, no puedes llorar, te aumenta el tamaño del clítoris y estás más irascible”.

 

 

VIII – SITUACIÓN LEGAL

 

En España no existe una Ley Trans a nivel estatal que trate de despatologizar las identidades trans. Algunas comunidades autónomas tienen su propia legislación y defienden la autodeterminación del género mientras que otras aún piden como requisito para cambiar de género un diagnóstico de salud mental.

 

 

 

Las personas trans exigen que se les reconozca por lo que son y denuncian toda práctica tránsfoba que los trate como enfermos.

 

“Se trata de dar visibilidad, que yo no tenga que explicarle a nadie qué es el género no binario y que nadie venga a decirme ‘eso no existe’, ‘te lo estás inventado’ o que tengo trastorno de identidad múltiple. No, amigo, no”.

– Yols 

“A lo mejor, los chicos trans no rechazarían tanto sus partes íntimas o sus problemas con la menstruación si se normalizara, si hubiera profesionales que te trataran como te tienen que tratar y no te hicieran sentir incómodo. Te hablo de identidad de ser, de ser como tú eres”. 

– Uriel

“Ya hay algunos países que en el DNI en vez de hombre o mujer dejan poner una X. Creo que es el paso más importante que se ha dado”.

– Yols 

 

 

 

IX – ¿ABOLIMOS EL GÉNERO?

 

“Yo quiero abolir el género, pero hay una cosa que hay que tener en cuenta y es que mientras sigan sociabilizando a mujeres y a hombres siempre va a haber una diferencia. Pienso que el camino por ahora es deconstruir el género, y hacerlo desde el feminismo”. – Uriel

 

“Lo que es problemático del género es que se imponga, que se impongan relaciones de poder entre géneros y demás”. – Math

 

“Es violento para las mujeres decir que no existe el género porque entonces, ¿no existe la violencia de género? Una cosa es decir que existe gente no binaria pero el género existe y mucho, por desgracia. Existe las mujeres hacia las mujeres y no puedes negarlo. Lo que se tiene que contemplar es que hay muchos géneros, no que existen dos, sino que hay muchos”. – Luka

 

“¿Realmente tienes que estar preguntando si eres un hombre, una mujer o algo entre medias?”. – Yols

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