La gira “Sin Cantar ni Afinar Tour” del Madrileño dejó huella en la capital y extinguió cualquier duda de la magnitud del fenómeno C. Tangana

Más de 15.000 espectadores tuvieron el placer de contemplar la película en directo que Antón Álvarez, C. Tangana, Pucho o el Madrileño fue capaz de escenificar en la tan esperada gira de su último disco. O el primero de esta nueva etapa, según lo queramos ver.

Con un alter ego diferente, Crema, el cantante aparecía en la escena en el 2007 con Desde la octava ventana del bloque. Este primer EP llegaba tras dos años de temas independientes. El rap madrileño es palpable en cada segundo, totalmente irreconocible para aquellos que hayan descubierto a Pucho hace tan solo unos meses.

Ya lo decía el propio artista hace más de diez años en una entrevista para HH Directo: “Voy a cambiar el estilo 8.000 veces”. Y como dicta uno de sus últimos lanzamientos, Te venero, son más de 15 años en el juego. Con todo lo que conlleva un arte tan personal como inteligente: la evolución disfrazada de personajes.

Crema desapareció con la presentación por parte de Agorazein (grupo musical compartido con Fabianni y Sticky M.A. entre otros) de C. Tangana. De ahí la C que acompaña a Tangana, lo que él considera su “estado mental”. A pesar de que el nombre no haya desaparecido, Un veneno dejó claro que de nuevo se estaba revelando, transformando. Conociendo la complejidad de sus videoclips… ¿Qué nos niega que el entierro de Demasiadas mujeres sea el del propio artista, dando paso a otro nuevo yo?

La canción compartida con Niño de Elche fue la semilla de El Madrileño, personaje y disco. La culminación de sus estilos anteriores, aquello que ha venido tras la destrucción del Ídolo que le llevó a estar frente a las masas. La chulería desde una mezcla de pop y rap es la faceta que hemos conocido de C. Tangana desde el 2016, cuando consiguió un triple sold out en Madrid, en la Sala Caracol, con un aforo de 400 personas. Solo 6 años después ha agotado las entradas para el Wizink Center en unas horas.

Allí se vivió el pasado sábado 5 de marzo un paseo entre los pubs de la ley seca, las discotecas de Madrid, las sobremesas del sur y los acordes de Latinoamérica. El Madrileño intercaló canciones de su viejo yo, teñidas de una iluminación azul y eléctrica, con su nueva versión acompañada de una orquesta integrada en una ambientación propia de un club, con luz tenue e íntima. Still Rapping, Tranquilísimo o Llorando en la Limo se mezclaban con Tú me dejaste de querer, Nunca Estoy, Antes de morirme y míticas canciones como Noches de Bohemia o Volando Voy.

No estuvo solo: la familia Carmona, Omar Montes, La Húngara, Nathy Peluso, Kiko Veneno, Niño de Elche, Adriel Favela… Una larga lista de maestros y artistas acompañó al anfitrión, hasta llevarle sobre sus hombros cuando la palabra “Fin” llenó la pantalla que había sido coprotagonista durante toda la actuación. Cámaras 360 grados siguieron las conversaciones o brindis de aquel “improvisado” Tiny Desk, los bailes y las sonrisas que Antón no podía disimular.

Sin cantar ni afinar, Pucho ha dejado un espectáculo para recordar, para enmarcar y para consagrarse como leyenda, que a fin de cuentas es lo que siempre ha tenido en mente. Con un público totalmente entregado que oleaba entre generaciones, llenó la capital de palmas en un tiempo en que la tradición y folclore se dejan olvidadas en los vinilos. Jugando con la provocación, sonriendo con chulería y confesando que era “el puto mejor concierto de su vida”. El fenómeno de C. Tangana nos ha empapado a todos y lo sabe perfectamente: solo el Madrileño podía poner Madrid a sus pies.

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