Andrea Enríquez Cousiño, nacida en Santiago de Compostela en 1991, podría definirse a sí misma como la creadora de contenido que más alto vuela. Esto se debe a que su profesión, tripulante de cabina de pasajeros, enlaza directamente con «Azafata hipóxica». Un proyecto basado en su álter ego que cuenta con casi cincuenta mil seguidores en redes sociales como Instagram. En sus cuentas se dedica, principalmente, a publicar desde memes relacionados con la profesión hasta contenido puramente informativo.

La virtud del proyecto la encontramos en la carrera académica de Enríquez: se graduó en la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidade de Vigo en el 2013 y ha cursado dos másteres relacionados; de Estrategia y Creatividad Interactiva de la Universidad Autónoma de Barcelona en el 2015 y de Marketing Digital y Comercio Electrónico por la EAE Business School. Este último, que aún cursa, le motivó a crear el proyecto de «Azafata hipóxica» como trabajo de fin de máster.

A comienzos del pasado mes de febrero, Enríquez publicó de manera independiente la «Guía rápida para que despegue tu Instagram». Una guía que ofrece los consejos que llevó a cabo para que su cuenta de Instagram llegara a obtener el crecimiento orgánico que ha obtenido. De esta forma ha vuelto a demostrar la gran utilidad de los conocimientos en el ámbito del marketing para crear contenido en línea.

Desde el salón de su piso en la ciudad de Barcelona, Andrea Enríquez desglosa su trayectoria académica, el aura de misterio que envuelve a su profesión, el proyecto de «Azafata hipóxica» y la guía que recién ha publicado.

Lo mejor que ofrece Instagram es que es un escaparate al mundo. Permite que se creen esas sinergias que hacen que la gente te conozca siendo una marca, un creador, un periodista, un fotógrafo, etc.

Pregunta: ¿Era de las personas que tenían claro lo que estudiar o le costó elegir?

Respuesta: Me costó elegir porque mis padres estudiaron derecho los dos y mis padrinos y algunos primos también lo ejercen. Era una carrera que hasta que casi terminé bachillerato tenía en mente, porque además es la típica que cuando dudas es una base que sirve para otras muchas. Como realmente vi que es una profesión muy dura, y la carrera también lo es, decidí cambiar en último momento a algo que veía más creativo. Pero creo que si me hubiera dedicado a ejercer la abogacía me hubiera ido bien porque también me gusta. Al final cambié de rumbo y estoy muy contenta con el que tomé, pero no era de las personas que lo tenían súper claro. De hecho, también me gustaba periodismo, un poco en la línea de publicidad, o también comunicación audiovisual. No era de las que desde pequeñas saben que quieren estudiar enfermería [a modo de ejemplo] o medicina.

P: Su generación entró en la universidad tras plena crisis económica. ¿Qué recuerda de aquellas fechas? ¿Existía la incertidumbre laboral o no era un problema?

R: Pues no me acuerdo mucho [pensativa]. Creo que no era consciente como tal del problema, porque como la crisis fue en el año 2008, con la burbuja inmobiliaria, esto ya se venía hablando desde que estaba cursando primero de bachillerato. Entonces, es como que, desde que tengo uso de razón, vivo en una crisis permanente; al menos mi generación. Cuando éramos más niños no éramos conscientes, ni tampoco te podías aventurar a saber a lo que te ibas a dedicar y tampoco es que algo que te afecte. Desde que estuve en bachillerato el tema de la crisis ya era algo súper recurrente.

P: Durante sus estudios universitarios estuvo inmersa en el programa Séneca y también en el Erasmus. Se podría decir que aprovechó al máximo su etapa universitaria.

R: Y si hubiera tenido un quinto año me hubiera ido de convenio bilateral a Latinoamérica, la pena es que no [ríe]. Mi carrera solo era de cuatro años y no tuve la oportunidad, pero sí, la verdad es que sí. Creo que cada vez que entras en una institución lo que tienes que hacer es aprovechar la experiencia, intentar aprender lo máximo posible. Y eso lo consigues gracias a las becas y también a la modalidad. Porque si tú estás cuatro años estudiando en el mismo sitio no vas a tener la misma riqueza; no hablo de formación, que eso en cada universidad es diferente. La riqueza y la experiencia también te hacen labrarte un futuro diferente. A lo mejor si yo no me hubiera ido de Erasmus o nunca me hubiera ido de Séneca* no me habría ido a vivir al extranjero y me habría quedado en Galicia.

* El programa Séneca equivale al actual programa SICUE.

P: Realizó las prácticas universitarias en Santiago en la Agencia EFE como redactora. En Madrid estas prácticas son bastante queridas por los alumnos. ¿Cómo llegó a esta rama de la comunicación? ¿Pudo haber un giro hacia el periodismo?

R: No. Fue un error de la universidad. Bueno, no un error como tal. Había pedido como primera opción una agencia de publicidad en Galicia que es muy conocida. Me las habían aceptado y estaba feliz porque eran unas prácticas en agencia, que era lo que quería. Pues al final debió haber algún problema entre la empresa y la universidad, no sé si no llegaron a un acuerdo, si no había convenio o lo que fuera. Por lo que a las que nos habían dado la plaza en la propia agencia nos acabaron metiendo en la Agencia EFE de Santiago. Pero no era algo que hubiera elegido, la verdad.

P: ¿Qué tal la experiencia?

R: Me gustó la experiencia, pero no había estudiado periodismo y no tenía ni idea de nada. Me acuerdo de que el primer día la delegada de la agencia nos dio una grabadora y nos dijo: «Hala, al pleno del parlamento» y yo me preguntaba «¿Pero qué tengo que hacer?». Era todo como súper nuevo. En definitiva, aunque no fuera algo que hubiera elegido, me gustó y estuve muy contenta durante los cuatro o cincos meses.

P: La profesión de publicista fue una de las tantas que se tornó en una profesión precarizada. Aun así consiguió trabajar en Barcelona. ¿Qué recuerda de aquel puesto?

R: Cuando trabajé en Barcelona fueron unas prácticas por el máster de la Autónoma [Universitat Autònoma de Barcelona]. Cuando se terminaron las prácticas del máster, los chicos con los que trabajaba me ofrecieron quedarme con ellos con una beca del Banco Santander. Con ella ellos me podían contratar y la remuneración era a través de la empresa bancaria. Ni siquiera llegué a estar contratada como una empleada normal.

P: Eso hizo que cambiara de aires.

R: Eso fue lo que me hizo probar suerte en aviación o decantarme por cambiar radicalmente de rama. Vi la oferta de empleo de la aerolínea para la que actualmente trabajo y me daba la oportunidad de ser económicamente independiente, que era lo que me faltaba. Porque, aunque estuviese trabajando, al ser sueldos siempre de prácticas, no tenía independencia económica para vivir en Barcelona. Más sabiendo que Barcelona es una ciudad muy cara.

P: Cuando decidió hacer el curso que le habilitaba para trabajar como TCP, ¿lo hizo pensando que en un futuro le gustaría volver a trabajar en lo que se había formado previamente o ya daba esa vía por cerrada?

R: En un primer momento fue algo que me planteé como temporal. Pensé: «trabajo dos años en aviación y aprovecho las ventajas que tienen los tripulantes». Me podía quedar en Barcelona y además podía seguir teniendo esa vida universitaria que tanto alargué, porque al final el trabajo de tripulante no tiene un horario de oficina. Tenemos mucho tiempo libre y puedes moverte con mucha más facilidad que con un trabajo ‘normal’.

P: Y finalmente ahí sigue.

R: Ahí sigo cinco años después [ríe].

P: Entremos en materia. En 2018 da creación a «Azafata hipóxica», un perfil basado en el alter ego más aeronáutico de Andrea. ¿Por qué tomó la decisión de embarcarse en este proyecto?

R: El funcionamiento en mi aerolínea es empezar con contratos eventuales y después, pasados los años, consigues ser indefinido. Esto varía en función del año que sea, de la operativa, de las necesidades, etc. Cuando empecé con «Azafata hipóxica» fue justo después de terminar mi tercer contrato eventual, en 2018, y coincidió también con mi matriculación en el máster que actualmente sigo cursando. Fue una vía de escape a los meses que me quedaban por delante para decidir qué hacer. Explico: si me iban a volver a ofrecer un contrato eventual, no sabía si iba a aceptarlo. Es decir, en esos meses que empecé con «Azafata hipóxica» estaba un poco en que no sabía si cursar el máster y volver a retomar el mundo de comunicación, publicidad, marketing y que «Azafata hipóxica» fuese el proyecto para encaminarme otra vez en este ámbito.

P: ¿Aceptó otro contrato?

R: La sorpresa fue que, cuando me volvieron a llamar para reincorporarme, lo que me ofrecieron fue un contrato fijo. En ese momento estaba estudiando el máster y no tenía trabajo. En la situación en la que estaba no iba a rechazar un contrato fijo en una empresa. Y al final fue un poco todo de la mano. Cuando empecé con «Azafata hipóxica» también lo hice con la idea de que fuera mi trabajo de final de máster [TFM] y así está siendo.

P: ¿Con la idea de que fuera su trabajo de fin de máster?

R: Sí. El del anterior máster había sido un trabajo de investigación que me horrorizó. A mí no me gusta la investigación como tal. Así que, como sabía que me tendría que enfrentar nuevamente a esto, pensé: «Vale, Andrea, pues ya que no vas a querer hacer un trabajo de investigación, empieza a aplicar o pon en práctica todo lo que sabes para ver si así, de esta manera y con tu marca personal, lo puedes luego adaptar a un TFM».

P: ¿Cuándo comenzó tenía en su mente la posibilidad de llegar a dónde está ahora mismo?

R: No. Lo hice un poco a modo experimento para mí y para mis amigos más cercanos de aviación. Para reírnos y también un poco pensando en el TFM. Pero en ningún caso me imaginé que iba a tener el éxito que tuvo y que sigue teniendo.

P: ¿Actualmente «Azafata Hipóxica» le genera algún tipo de ingreso?

R: Me genera ingresos muy puntuales. Es decir, sigo viviendo de mi trabajo, que es mi sustento principal, pero sí que gracias a las redes sociales consigo monetizar. YouTube, por ejemplo, es una plataforma que paga por los anuncios que se pone en los vídeos. Luego sí es verdad que gano con empresas que quieren anunciarse a través de «Azafata Hipóxica». Con colaboraciones tampoco es que gane dinero, sino que gano el producto como tal. Un mes puedo ganar trescientos euros y otro mes cero euros, otro mes doscientos y otro mes cincuenta. No es que diga: «Vale, tengo un sueldo».

P: Los seguidores de la cuenta coincidirán en que es notorio el mucho tiempo que invierte en la misma. ¿No hay momentos en los que se canse de tener que estar a diario publicando o manteniendo el perfil actualizado?

R: No, la verdad es que no. Lo hago como parte de un hobby y a mí me ayuda a entretenerme y a seguir desarrollándome. Al final es un poco que si no trabajo la creatividad o lo que creo que son mis talentos no se desarrollan. Y a mí me gusta mucho escribir y explotar ese lado creativo. Es un reto diario que hago con gusto y para nada como una obligación. Con las redes sociales tú eres tu propio jefe, tú te marcas tus objetivos y tus tiempos.

P: Pero sí es muy activa.

R: Estoy muy activa sobre todo porque este último año y medio, por desgracia, tengo mucho más tiempo que el que tenía antes para dedicarle. Entonces, como que hago más vídeos, más publicaciones y estoy más presente. Pero cuando empecé tampoco le dedicaba tanto tiempo, porque al final el trabajo no me dejaba mucho tiempo. Creo que si no te gusta no le dedicarías tanto tiempo a un perfil porque acabarías saturado.

P: De la mano de «Azafata hipóxica» llegó el pasado 31 de enero la «Guía rápida para que despegue tu Instagram». ¿Cuándo se decidió a escribirla?

R: Cuando empezó la pandemia. Debió ser abril, más o menos, que estábamos pasando todo esto en casa porque no se podía salir por el confinamiento domiciliario. Fue cuando más tiempo tenía. La rutina de la gente que podía teletrabajar había cambiado en el sentido del lugar del trabajo, pero el trabajo y su carga era la misma. Pero de repente me vi pasar de cien a cero, literalmente, porque no había vuelos y no se podía salir. Un montón de tiempo que no sabía cómo gestionar o en qué invertirlo.

P: ¿Y por qué una guía?

R: Desde que comencé con la cuenta mi crecimiento fue bastante rápido. Sobre todo al principio. Pues mucha gente me preguntaba: «Oye, Andrea, ¿cómo lo has hecho? ¿Cómo comenzaste? ¿Cómo se te ocurren tantas cosas? O ¿Cómo editas tus publicaciones?» Me di cuenta de que, aunque mucha gente me preguntara por cosas de aviación, otras muchas me preguntaban por cómo gestionaba Instagram. Entonces vi en una guía online una manera bastante rápida y efectiva de dar solución a todas esas preguntas.

P: ¿A quién se la recomienda?

R: Ya no solo a gente que haya tenido que abrirse canales sociales para seguir escalando en su negocio o para seguir vendiendo, sino también para gente que, como yo, un día tuvo una idea y la quiso materializar; y a lo mejor no tiene tanto conocimiento de cómo funciona Instagram y quiere tener una base antes de empezar a publicar. Pero vaya que no tiene nada que ver con la aviación. Es mi propio ejemplo, con mi cuenta, que sí tiene temática de aviación, pero que se podría extrapolar a cualquier otra.

P: ¿Dónde se puede adquirir?

R: Se puede adquirir* a través de mi página web, www.azafatahipoxica.com. 

*Precio de 15,99€

P: En ella analiza Instagram desde todas sus vertientes. ¿Qué diría que es lo más complicado y lo mejor que ofrece la aplicación a un creador de contenido?

R: Lo mejor que ofrece es que es un escaparate al mundo. Es decir, cualquier persona te puede encontrar en Instagram. Ahí estás aumentando potencialmente tus ventas, simplemente con tu presencia, porque habrá gente que te encuentre por casualidad o por menciones en otros perfiles. Hace que todos conectemos y que se creen esas sinergias que hacen que la gente te conozca siendo una marca, un creador, un periodista, un fotógrafo, etc. ¿Lo más complicado? Que es una aplicación que está en constante evolución, como todo lo digital, adaptándose a los nuevos tiempos.

P: Sobre todo añadiendo cosas nuevas.

R: Los desarrolladores de Instagram, una vez que fue adquirida por Facebook, están ahí siempre a la vanguardia y acaban copiando todo lo que funciona de otras aplicaciones externas. Cuando crees que conoces la aplicación y más o menos sabes cómo comportarte en ella, de repente aparecen cosas nuevas que hacen que todo vuelva a cambiar y tengas que volver a empezar. Esto es algo que lo vuelve complejo pero que también lo vuelve una oportunidad. Por ejemplo, antes de los reels, cuando tú te abrías un Instagram era muy complicado crecer. Igual que lo es en YouTube o Twitter: tienes que ser muy constante y el crecimiento es muy lento. ¿Qué pasó con Tik Tok? Que de repente el crecimiento de la gente fue exponencial: podías pasar de un seguidor a cien mil en cuestión de horas. Instagram ha copiado un poco este modelo y lo ha implementado.

P: Ofrece consejos de gran utilidad, como la importancia de la paleta de colores, o gama cromática, estrechamente relacionados con el mundo publicitario. ¿Podría cualquiera ‘despegar’ en Instagram sin tener conocimientos previos en Publicidad y Marketing, por ejemplo, como usted sí tiene?

R: [Titubea]. Cualquiera lo puede hacer, porque dentro de las redes sociales también está el factor suerte: puede que una persona no tenga conocimientos de publicidad ni marketing y que ‘pegue un pelotazo’ con un vídeo que se ha hecho súper viral; y que además esto genere, de manera residual, visualizaciones a otros vídeos. Haciendo finalmente que el perfil explote y gane muchos seguidores en varios días. Eso puede pasarle a cualquiera. Con conocimientos o sin ellos.

P: Pero cuando la suerte no llega, el conocimiento se impone.

R: Cuando empecé de cero seguía a cuentas mucho más grandes que yo a las que actualmente he duplicado en seguidores. No es que ellos lo estén haciendo mal y yo súper bien, pero sí es verdad que, como tengo conocimientos en este campo, puedo jugar un poco más y aprovecharme de esa ventaja competitiva. Sí que cualquiera puede empezar a crear contenido en Instagram y le puede ir más o menos bien si tiene ese factor de suerte, pero le va a ir mejor si tiene conocimientos de marketing y de publicidad; o al menos unas nociones de cómo se comporta Instagram y qué es lo que premia.

P: La guía es un camino que comienza con una idea que desarrollar y que finaliza con la monitorización para saber si funciona lo que se realiza, pasando por la ejecución de la propia idea y el análisis de la aplicación. ¿Merece la pena un trabajo tan arduo y constante? ¿Si tuviera que comenzar de cero, volvería a creer en Azafata hipóxica?

R: Sí. Sin duda. He aprendido mucho a medida que he ido experimentando con la aplicación. A mi antes me gustaba mucho Instagram y me consideraba una buena estratega, siempre me he considerado una persona creativa y he sabido como jugar muy bien mis cartas. Muchas veces la gente me decía cosas como «qué suerte». Muchas cosas de las que hacía no eran suerte, las había premeditado, las estaba haciendo con un fin. Si tuviera que empezar ahora tendría mucha más ventaja porque sé cómo funciona la aplicación. Pero ninguna de las publicaciones que hacía eran fruto del azar. Igual que tiene un fin la hora de publicación o el mensaje de bienvenida. Hasta la elección de colores, como la del nombre, o el cómo se presenta el contenido en el feed*. Todo tiene un porqué.

*El feed es la página principal de un perfil en Instagram.

P: Suele mencionar mucho las relaciones que ha conseguido formar entre distintos perfiles.

R: Cuando empecé, las cuentas que había de aviación iban cada una por una parte, de manera individual. Cada uno era una marca, una persona o una entidad, e iban cada uno así [gesticula formando con las manos dos líneas divergentes]. Yo llegué y dije: «Oye, ¿te apetece hacer una publicación conjunta conmigo?». Y así a casi todos. Lo que buscaba era crear comunidad, no ver al resto como competencia. Entre todos, y vuelvo a mencionar que en todos los ámbitos de la vida, trabajar en equipo es muchísimo más fructífero y productivo que trabajar de manera individual, porque tienes el doble o el triple de recursos.

P: De hecho ha conseguido crear amistades a raíz de esta cuenta.

R: Sí. Ya antes de la pandemia, antes de que comenzara el confinamiento y el estar tanto tiempo en casa, que había conocido y establecido relaciones más personales con otros creadores de contenido que conocí por Instagram. Una vez que empezó la pandemia, que se pusieron de moda los directos que todos hacían directos unos con otros, como que las relaciones se afianzaron más. Para mí fue una ventaja porque tuve más tiempo para crear contenido y para conocer más a la gente con la que comparto la comunidad de aviación. Eso siempre es lo más importante. Siempre digo y recalco bastante en la guía que al final la comunicación tiene que ser bidireccional, porque la gente que ahora llamo amigo o amiga empezaron siendo mis seguidores en Instagram, como cualquier otra persona.

P: ¿Qué le diría a alguien que se embarca en una idea pero que no tiene resultados y quiere abandonar?

R: Que la clave del éxito es la constancia. Sí que es muy frustrante cuando tú estás poniendo todas tus ganas y todo tu empeño en sacar una idea adelante, ya sea una cuenta de Instagram, un negocio, una relación de pareja… en cualquier ámbito de la vida es muy frustrante invertir el tiempo y no tener un beneficio. O no llegar a tu objetivo. Mi consejo es la constancia. Después, en cuanto a Instagram, si ve que no es capaz de sacar su idea adelante, a lo mejor necesita ayuda. Si a lo mejor le falla el diseño [a modo de ejemplo], puede recurrir a alguien que sea experto, a un diseñador. O si fallan los textos, recurrir a un periodista o un redactor. Puede buscar ayuda en otros profesionales que puedan hacer cosas que quizás no pueda hacer por sí mismo.

P: Regresando a su proyecto, «Azafata hipóxica», sabemos que sus números son muy amplios en comparación con los trabajadores del sector aeronáutico. ¿Cómo consigue que una temática tan concreta conecte con gente de a pie?

R: Sí que me siguen muchos pasajeros. En la era en la que vivimos, pre-pandemia, la mayor parte de la gente había viajado, le gustaba viajar. Es un medio de transporte menos usual, o que se utiliza menos que un coche o un autobús. Genera mayor curiosidad, y como quien más o quien menos coge aunque sea una vez un avión al año, es algo que genera mucho interés porque es un medio de transporte más desconocido y que tiene un poco ese aura de misterio. También porque hago humor, que creo que al final es lo que más conecta con la gente: el humor y la emotividad. A todos nos gusta reírnos y a todos nos gusta vernos reflejarnos en las situaciones absurdas que muchas veces cuento, seas pasajero o seas tripulante.

P: En este momento la cuenta se encuentra en su mejor momento y en crecimiento. ¿Ve la posibilidad de que algún día el proyecto de Azafata Hipóxica muera?

R: En un principio pensaba que si me dejase de dedicar al mundo de la aviación seguir con mi cuenta no tendría sentido. Esto fue poniéndome en el peor de los casos porque, tal y cómo están las cosas, no sé qué pasará con la aerolínea. No porque quiera dejarlo, sino por si tuvieran que hacer una regulación de empleo y me viera sin trabajo de TCP. Pero ahí fue cuando entró en escena Jeenie Weenie, que es una chica canadiense de origen coreano que estuvo trabajando en Emirates. Hace vídeos en Tik Tok, tiene cinco de millones de seguidores y ya medio millón en Instagram. Ella lleva cinco o seis años sin volar y los vídeos que mejor le funcionan son los de aviación. Por lo que pensé que, si en algún momento dejo de volar, que tampoco lo sé, creo que seguiría con la cuenta.

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