Se suele decir que las peores despedidas son aquellas que no sabes que están ocurriendo. Como si se tratara de la singularidad y de la variabilidad de un copo de nieve, las despedidas funcionan como diferentes ramales. Tal es su complejidad que para lo que algunos es un adiós, para otros es una búsqueda de un reto, de una identidad perdida o incluso de una provocación y rebeldía contra un titiritero que te maneja. A pesar de los millones de seguidores que soporta el fútbol, este deporte es un mundo desconocido y hermético. Detrás de un gol, de un abrazo, de una falta, de una victoria y de una goleada en tu contra hay muchas emociones, exaltaciones y viejos o nuevos odios. Lionel Messi, el hombre que le dio un nuevo sentido al fútbol, el hombre que todas aficiones quieren disfrutar, busca nuevos horizontes.

Nadie lo quería ver. La sucesión de malas rachas del FC Barcelona ha provocado que hasta algunos jugadores reconozcan que debe haber cambios urgentes en todos los niveles deportivos. Renovarse o morir. Pero nunca se pensó que Messi se planteara despedirse del equipo en el que creció a nivel deportivo. Tanto la directiva como La Liga están intentando impedir a través de todos los recursos posibles que esta marcha se haga realidad. ¿Qué pérdidas económicas supondrían que Messi abandonara España? El Barcelona se está intentando aferrar a la cláusula de rescisión impagable, desmesurada (y si me lo permiten, vergonzosa) del argentino. Si Leo quiere salir, si otro club quiere ficharlo, deberá abonar 700 millones de euros. 700 millones de euros por una persona. Seguimos hablando de deporte.

Es evidente que algo ha ocurrido en el club culé. El miedo de perder a Messi y lo que esto supone ha hecho que incluso el presidente del Barcelona haya dejado en manos del delantero su permanencia en el cargo. Pero no hay nada que pare a Messi. Él quiere irse y, de momento, ni siquiera se ha presentado a las PCR y pruebas médicas que deben hacerse todos los deportistas antes de volver a los entrenamientos.

Aunque tiene a la directiva en su contra, Messi cuenta con el apoyo del vestuario. Así lo demostró su excompañero Carles Puyol a través de su cuenta personal de Twitter, al igual que Luis Suárez. Suárez, por cierto, otro de las grandes estrellas del Barcelona que parece estar más fuera que dentro del club por decisiones del nuevo entrenador culé.

Los años pasan. Las necesidades de los equipos, de los jugadores estrella y de la afición cambian en muy poco tiempo. Cuando se conoció la noticia de que Cristiano Ronaldo abandonaba el Real Madrid probablemente nadie quería imaginarse qué ocurriría si fuera Messi quien quisiera alejarse del Barcelona. En ese momento también surgió la duda de quién iba a perder más con la salida del portugués, si CR7 o el club merengue. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones por los resultados de los madridistas y del luso en los últimos años.

Sin embargo, con el Barça y Messi creo que la solución a esta incógnita es mucho más clara y sencilla (debatible también es que el futuro de un equipo esté limitado a un único jugador). La gestión del club con su salida genera otro conflicto… ¿por qué debe seguir en el equipo contra su voluntad si ha cumplido (con creces) todos los objetivos impuestos? Despedida o no, Messi ha sido y ha dado lo que nadie ha conseguido. Con esto, aunque duela, ya debería servir.

 

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