La RAE define tradición como “transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación”. El mismo organismo define inmovilismo como la “tendencia a mantener sin cambios una situación política, social, económica o ideológica”. En la ESO, tuve una profesora de Lengua castellana que comentaba que no existen dos palabras sinónimas perfectas. Sin embargo, en Zaragoza ambos términos convergen para la celebración de sus fiestas patronales. De hecho, para describir las fiestas del Pilar 2019, basta con buscar una crónica de las fiestas del 2000 y actualizar datos de participación, lugares de celebración y artistas invitados. O podría haber copiado mi artículo del año pasado que nadie se habría dado cuenta

El 12 de octubre, día grande de Zaragoza, tuve la oportunidad de visualizar tanto las noticias de La Sexta como de Antena 3 y los minutos dedicados a la Ofrenda, pilar del Pilar, fueron cero. De hecho, como comentaba en Twitter, en Antena 3 dedicaron más segundos a comentar una feria del jamón que tenía lugar en Villanueva de Córdoba.

Paralelamente, Aragón TV dedicó casi toda su parilla del 12-O a la Ofrenda de Flores y el Heraldo de Aragón, a 13 de octubre decía “una Ofrenda de Flores para el recuerdo”. Para el recuerdo del millón de aragoneses porque para la gran mayoría del resto de 45 millones de español, dicho evento ni existe. La consecuencia es clara: las fiestas del Pilar es montar una fiesta en casa y que los invitados sean los propios compañeros de piso.

La mayor parte de personas que llenan el centro de Zaragoza durante la semana de fiesta son, precisamente, zaragozanos. Apenas se escuchan otros acentos y el número de turistas internacionales es ridículo. La conclusión es clara: tenemos unas fiestas que no interesan. En las parillas televisivas, cuando un producto no funciona, se modifica con el fin de atraer nuevos espectadores. Sin embargo, las fiestas no se pueden modificar. No se pueden tocar. “Es que es tradición”, alegan.

Las fiestas no deben girar en torno a elementos propios del nacionalcatolicismo de la década de los 50 y las 60 del siglo pasado para empezar a rotar en elementos propios del siglo XXI. Sin ir más lejos, en primer lugar, falta una oferta seria de conciertos gratuitos. En segundo lugar, los conciertos de pago no son mucho mejores. El espacio Zity celebra actos que en cualquier otro lugar serían gratuitos. Es más, Zaragoza puede presumir de celebrar verbenas en las que hay que pagar 13 euros. En vez de apostar por un festival serio que recoja durante dos o tres días las tendencias actuales de la música, preferimos gastar el dinero en tres carpas para cantar “lo, lo, lo, lo, lo, lo” al ritmo de “Seven Nation Army”.

La oferta cultural en el resto de áreas tampoco es mejor. Los museos municipales y la visita a La Seo, catedral de Zaragoza e infinitamente más bonita que El Pilar, son gratuitos el día 12 pero está todo tan mal promocionado que la gran mayoría de las personas no tenemos ni idea. La oferta gastronómica es cutre y bajo la excusa de “Menú Día del Pilar”, los restaurantes se marcan un Barcelona: comida cutre y cara. Menús que no bajan de 30 euros cuyo plato estrella es la borraja (una bandeja para dos personas cuesta 1,5 euros en cualquier supermercado) o las migas. Por pasar desapercibido, pasan hasta los fuegos artificiales a pesar del buen trabajo que realiza “Pirotécnica Zaragoza”.

En definitiva, las fiestas del Pilar necesitan una buena reforma y un cambio modelo si queremos que sean atractivas para los turistas. No hay que olvidar que ellos son una fuente potencial de ingresos. Sin embargo, dichas reformas no llegarán nunca. Esto va más allá de modelos de fiestas promovidos por la izquierda y modelos de fiesta promovidos por la derecha. Se relaciona más con un cambio de mentalidad ya que la ciudad se ha quedado estancada en el siglo XX. Mientras nosotros estamos con eventos que no interesan a nadie más allá de la Comunidad, ciudades como Bilbao o Sevilla, competidores de Zaragoza, están albergando los MTV EMA. Sevilla va Becky G y a Zaragoza, Esteso y Marianico el Corto.

 

Porque, más allá de todo, Zaragoza no tiene pinta que recuperará el papel usurpado por el inmovilismo excusado bajo el eslogan “es tradición, ya sabes”.

Y no aparecerá ninguna corporación con ganas de situar a Zaragoza en el siglo XXI.

Porque #elpilarnosetoca

Y porque es tiempo de “ranciofacts”.

 

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