Un análisis histórico, político y cultural sobre cómo la sociedad nos ha hecho odiar a las mujeres con poder o cierta persuasión sobre la sociedad.


Las mujeres con cierto poder o persuasión han sido siempre el foco de las críticas y de la presión social. Homero nos hizo odiar a las Sirenas en los viajes de Ulises, y nos hizo temer el poder de Circe, una embaucadora de hombres. En la Ilíada también criminalizó la belleza de Helena de Troya, que se convirtió en el reflejo de la perdición masculina. Les siguen en la lista de mujeres odiadas por la historia un sinfín de nombres femeninos, símbolo de la corrupción social. Las Amazonas, Penélope, Cleopatra o Bonnie Parker, son algunos ejemplos del “mal femenino”. Pero, ¿hasta qué punto es cierto la ideología del odio hacía el símbolo de la mujer poderosa?

Disney nos inculcó desde muy pequeños la imagen de la “madrastra”, una mujer que centraba sus esfuerzos vitales en hacerle la vida imposible al protagonista. Maléfica, La Reina de Blancanieves, Úrsula o Cruella de Vil son el reflejo de este tipo de antagonistas de nuestra infancia. Así que no es de extrañar que nosotros tengamos la imagen de que las mujeres poderosas son siempre “las malas de la película”.

Observa el mundo, y verás el fallo

Si miramos de forma analítica el mundo que nos rodea llegaremos a serias conclusiones. El foco de las críticas sociales siempre va dirigido a un mismo prototipo de mujer, una mujer empoderada, que juega las cartas a su azar y que no tiene miramientos por lo que piensen los demás en cuanto a su modo de vida. Si aplicamos esto a la política podemos sacar conclusiones muy claras, odiamos a las mujeres que nos gobiernan, y no hay distinción ideológica en esta cuestión. La Reina Isabel, Irene Montero, Angela Merkel, Dolores Ibárruri “La pasionaria”, Lady Di o la reina Leticia, han sido objetivo de las críticas en sus respectivos tiempos de actuación.

No solo encerramos esta cuestión en el ámbito de la política, aplícalo a la cultura, o lo que se conoce como la élite social y observarás como esta regla de “odio” se sigue cumpliendo. Ejemplos muy evidentes de este comportamiento son mujeres como Lola Flores. La Faraona hizo reventar tablaos a la vez que hacía avances sociales a pasos de gigante con sus declaraciones. Frida Kahlo es otro exponente de este movimiento, una mujer que no quiso vivir su vida a la sombra de un hombre, motivo por el que fue rechazada, y por el que su arte se ha revalorizado póstumamente. La lista de “mujeres odiadas por la historia” la continúan artistas internacionales de la talla de Marilyn Monroe o Coco Chanel, mujeres tachadas de ser el mal de muchos hombres y culpables de la perdición de estos.

Tiempo de reflexión

Y con esto pienso, ¿no será que la sociedad tiene miedo a que estas mujeres alcen la voz y condenen las injusticias que vivimos? Reflexionad sobre esta cuestión: Medusa, una joven sacerdotisa violada por Zeus, que es castigada por otra mujer, en este caso Atenea, a convertirse en un monstruo, una mujer que convertía a las personas en estatuas de piedra.  Y aquí aparece Perseo, el héroe que salva al mundo de esta villana. Ejemplos como este llenan las páginas de los libros de historia, mitología, el cine o las series.

La historia ha dejado siempre a las mujeres en mal lugar, Ana Bolena, una “buscona” que trajo consigo la perdición de Enrique VIII. Aisha bint Muhammad Ibn, madre de Boabdil, último rey de Granada, también es un víctima de este acoso.  La historia criminalizó a esta mujer con las palabras: “llora como un niño lo que nos has sabido defender como un hombre”, dejando de la imagen de su hijo por el suelo de los anales de la historia. Desde la Antigua Roma, pasando por las Brujas de Zugarramurdi, las Meigas Gallegas y hasta el movimiento feminista de nuestros días, los referentes femeninos han sido criminalizados y convertidos en malvados, mujeres que encarnan el fin y la perdición del hombre, y también el de esta sociedad “incorruptible”.

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