Esta situación no solo ha cambiado la tecnología en el ámbito del trabajo con el teletrabajo, como comenté en la parte 1, sino también va a hacer que cambié nuestro día a día de una manera que hasta hace unas semanas ni nos imaginábamos ni hubiésemos permitido la mayoría de nosotros.

Pongámonos en antecedentes. Algunas de las noticias que más sonaron durante el 2019 y, aunque parezca mentira pasó hace menos de 1 año, si pasaran ahora (y ha pasado, aunque periodos cortos de tiempo o incidencias mínimas), sería un desastre porque aumentaría nuestra distancia social aún más. Sí, me refiero a cuando sistemáticamente tuvimos unos meses con caídas importantes en los principales servicios tecnológicos. Seguramente los más sonados fueron las caídas de WhatsApp o Facebook, que dejaron a millones de usuarios a lo largo del mundo incomunicados.

Pero sin duda una de las más llamativasfue la que se produjo a principios de junio de 2019, la caída en Europa y Estados Unidos de Google, que implicó la caída no solo de redes sociales, sino también de uno de los buscadores más utilizado o de uno de los sistemas operativos (Android) predominantes a nivel mundial. Entre otras consecuencias, puertas que van con contactless y el sistema operativo de Google se bloquearon y no se pudieron abrir hasta que el sistema estuvo recuperado de nuevo. Aunque apenas se notó, porque estos gigantes tecnológicos están preparados para dar una respuesta rápida ante estas situaciones, lo dicho,hoy en día, sería una catástrofe no sólo a nivel personal por agrandar el distanciamiento social, sino a nivel empresas, ya que los que pueden teletrabajar quedarían inoperativos hasta que volviera su funcionamiento normal.

Otro de los temas controvertidosque se produjo en los últimos meses de 2019 y que fue muy criticado incluso escandaloso, ahora podría ayudar a acelerar la “desescalada”. Se produjo una petición por parte del INE (Instituto Nacional de Estadística) a las principales teleoperadoras para que le pasaran la información en determinados momentos del posicionamiento de sus clientes, para hacer estudios de densidad de población por franja horaria y localización. Era estudiar datos anonimizados en rasgos generales para localizar aquellas zonas que necesitaban refuerzo de determinados servicios, como más transporte o más antenas entre otros. Aunque aseguraban que los datos estaban anonimizados, cumpliendo la normativa europea GDPR, la preocupación no era para menos: consiste en saber dónde estás en cada momento y no por tu localización GPS, sino por la triangulación de las antenas a las que el móvil se conecta para tener cobertura.Al final en el lugar donde se recogen todos esos datos (base de datos) se tiene toda la información personalizada, aunque al hacer las consultas se pueden dar datos generales sin entrar en detalle.

El escándalo era porque la gente se dio cuenta que podíamos ser controlados tanto por empresas privadas como por instituciones públicas, pero en realidad las teleoperadoras ya almacenaban esos datos y hacían negocio con ellos desde hacía tiempo. En aquel momento a mí se me planteó una pregunta: ¿Podemos enfadarnos si estos avances también se usan en investigaciones de asesinato y ayuda a encontrar tanto a las víctimas como a los asesinos?

Hoy más que nunca sabemos por otros países como Corea del Sur que,junto con otras medidas, gracias al uso de esta localización, los ciudadanos no han sufrido un confinamiento tan estricto y duro como nosotros, o al menos no toda la población indistintamente de si está en áreas con mayor o menor concentración de población. Entonces, deberíamos cambiar la pregunta a la siguiente: ¿Es ahora una buena idea dejar que tengan acceso a esos datos si así te garantizan no estar confinado de una manera tan estricta? ¡Ojo! Estaríamos permitiendo recortar nuestra privacidad y derecho a la intimidad, facilitando a las autoridades saber qué hacemos y donde estamos, y esta vez no de forma anónima, sino con nombres, apellidos y direcciones, con tal de poder salir de casa, aunque no nos garantice la libre circulación.

En esta línea el Gobierno español puso a la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital,a trabajar sobre posibles soluciones que pudieran ir sobre esta línea y así se recoge en el BOE del 28 de marzo de 2020, en el que en pleno apogeo de la pandemia, recogía que se tenía que centrar entre otras cosas en el “DataCOVID-19: estudio de la movilidad aplicada a la crisis sanitaria.” Es decir, seguir con el estudio de movilidad que estaba llevando el INE, y tal y como específica “de manera agregada y anonimizada”, respetando la normativa europea del GDPR.

Esto quiere decir, que nuestro Gobierno no ha llegado aún al extremo de Corea del Sur o China, porque no estudia los datos desagregados e individualizados, ya que además recabar esta información tan personalizada no es tan sencillo como parece o quieren que pensemos. Primero porque la ley europea nos protege de esa intromisión de la privacidad, ya que nosotros como usuarios aceptamos que los teleoperadores traten nuestros datos, pero no les cedemos que se los den a terceros para que esos terceros hagan lo que quieran con ellos y si así quisieran hacerlo primero nosotros deberíamos autorizarlo.

Además, hay que tener en cuenta que la información que tiene la teleoperadora no es la situación del todo real, ya que por ejemplo un titular puede ser dueño de todas las líneas del núcleo familiar, por tanto, para saber cuál pertenece a cada uno de los miembros de ese núcleo familiar habría que cruzar la información con las cuentas de correo asociadas, redes sociales, etc. Esto complicaría más lo que sería el tratamiento del dato, entraríamos en el paradigma del BIG DATA y no es una infraestructura que se monte en un momento. Además, exigiría la implicación de perfiles muy específicos: analistas, datagovernace, etc…, que tuvieran la formación y experiencia adecuada para tratar y gestionar estos datos.

Si quisieran ir a un modelo Corea del Sur, lo tendría más fácil, y ya se está investigando en como implantarlo en nuestro país. En el mismo BOE mencionado anteriormente, insta a buscar soluciones tecnológicas que ayuden a la gestión de la pandemia en nuestro país, entiendo que dentro de la ley. La forma más sencilla sería hacer una aplicación oficial de “movimiento” o “sanitaria”, en la cual aceptas los términos que pidiesen como saber tu identificación, que estas en tal sitio y llevas X horas en la calle. Si tú no te descargas esta aplicación y aceptas estas condiciones no serías controlado, pero con el estado de alerta o excepción o simplemente por real decreto puede que pudieran prohibirte salir si no tienes esta aplicación, es como si no llevas tu DNI cuando lo pide la policía, por ejemplo.

La principal ventaja de esto sería que si se dieran repuntes no habría que parar un país o una población entera, simplemente se sabría que personas deberían cumplir cuarentenas. La gran desventaja sería que aceptaríamos que nos tuviesen controlados 24/7 y sin disponibilidad de tener una vida privada.

En esta misma línea han estado trabajando las grandes tecnológicas (Apple y Google) a nivel global, que suponen aproximadamente el 95% de los sistemas operativos utilizados por los dispositivos móviles (tablets , móviles o smartwatch).En el mes de abril tenían ya disponible un prototipo de API que permitiese de forma sencilla la conexión y el desarrollo de otras aplicaciones personalizadas, adaptadas a cada situación, normativa e intereses de los organismos públicos de los diferentes países, para la gestión y control de la movilidad,con la esperanza de que a mediados de mayo empezarán las pruebas reales conjunta con autoridades sanitarias de los diferentes países participantes, alrededor de 22 país ya han solicitado y recibido acceso a dicha API. Además, ambas compañías han dejado en sus respectivos repositorios el código para que desarrolladores de todo el mundo puedan acceder a él y aportar al desarrollo mejoras y avances en el código, para mejorar la herramienta y posibles usos y casuísticas que en la primera versión no tenían contemplada. El primer objetivo de esta herramienta sería avisar a los usuarios si han estado expuestos a una persona notificada con una prueba positivo deCovid-19.A diferencia de otras herramientas que ya se han implantado en países asiáticos como en China, esta no utilizará el GPS, se pretende de esta manera evitar la sensación de intrusismo en la privacidad individual, sino que utilizará la tecnología Bluetooth. Cuando un dispositivo móvil con el Bluetooth activado se “sincronice” con otro dispositivo, también con el Bluetooth activado, se guardará en qué momento se han cruzado.De esta forma si el dueño del dispositivo A informa que es positivo en Covid-19, y el contacto entre dispositivos se produjo en menos de 14 días, al sujeto B le llegaría una alerta. De esta manera deberá ponerse en contacto con Atención Primaria, para activar todos los protocolos y hacer una detección precoz para evitar la expansión del virus.

En España, a fecha de 29 de mayo de 2020, ya se ha implementado la API tanto en el sistema operativo de Android (Google) y en la versión iOS 13.5 (Apple). La primera prueba piloto estaba prevista para realizarla en Canarias en este mes de junio. Habrá que ver que tal es acogida por los usuarios y si de verdad se usa solo para fines sanitarios y no para controlar más allá del rastreo de nuevos casos. Además, hay que tener en cuenta que si este proyecto llega a buen puerto y se acaba extendiendo su uso obligatorio por todo el territorio nacional, no solo los residentes en nuestro territorio deberán usarla, sino que se deberá obligar a los visitantes extranjeros que nos visiten que se instalen la App.

Sé que en un artículo anterior, Más allá de la ética y los datos, hable de exigir a las empresas y organismos públicos que fueran éticos a la hora de gestionar nuestros datos y que no todo valía, pero antes de eso debemos mirar lo que nosotros hacemos, ya que en muchas ocasiones los estamos regalando. En la mayoría de los casos estoy convencida que es por nuestro desconocimiento: ¿cuántas veces le hemos dado a aceptar las condiciones y políticas de seguridad sin ni siquiera leerlo? Y en otros casos aceptamos lo que las aplicaciones nos piden para poderlas usar, porque la opción es o lo aceptas o no puedes acceder a ella y utilizar sus ventajas.

En esta situación, ¿Nos quedan otras opciones si queremos estar conectados? Esta misma pregunta se nos plantearía si al final el Gobierno o la Unión Europea decide poner en marcha algún protocolo de control de movilidad obligatorio, como la aplicación descrita anteriormente. ¿Estaríamos dispuestos a que las autoridades supieran todo de nosotros para salir a dar un paseo, ver a la familia, ir de compras o simplemente ir a una terraza a tomar una cañita?

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