El Reino Unido nunca ha estado tan dividido. Desde el referéndum del Brexit, Belfast y Edimburgo se han ido alejando más y más de Londres. La votación – donde la opción «remain» ganó en Irlanda del Norte y Escocia, mientras que «leave» se impuso en Inglaterra y Gales – abrió una brecha entre las cuatro naciones constitutivas del país. Las diferencias también se hicieron evidentes en las últimas elecciones a los parlamentos escocés y norirlandés. En 2021, Escocia confirmó su confianza en Nicola Sturgeon del Partido Nacional Escocés, desde siempre defensor de la independencia. Al año siguiente fue el turno de Irlanda del Norte, que por primera vez otorgó la mayoría al partido Sinn Féin, partidario de la reunificación con la República de Irlanda. Londres se enfrenta así a presiones separatistas en un momento ya crítico por la difícil situación económica y la crisis de la monarquía inglesa.

La frontera incendiaria de Irlanda del Norte

Las tensiones en Irlanda del Norte tienen raíces históricas. Cuando Irlanda se independizó del Reino Unido en 1921, seis condados del Ulster siguieron formando parte del territorio de la corona, constituyendo Irlanda del Norte. Aquí la población mayoritaria era protestante, próxima a Londres, pero seguía habiendo una minoría católica cercana a la República de Irlanda. A finales de los años 60, el equilibrio entre las dos facciones se rompió con el inicio de los Troubles, una ola de violencia entre unionistas y republicanos. Tras 30 años y 8.000 muertos, en 1998 los enfrentamientos cesaron con el Acuerdo de Viernes Santo. El acuerdo establece un gobierno compartido entre protestantes y católicos en Irlanda del Norte, que seguirá formando parte del Reino Unido mientras la mayoría de la población lo quiera. Además, la pertenencia de Irlanda y Reino Unido a la Unión Europea permitió la supresión sustancial de la frontera en la isla.

Sin embargo, esta condición desapareció con la salida del Reino Unido de la Unión Europea y del mercado único. Para evitar un nuevo conflicto en territorio irlandés, tras largas negociaciones las partes llegaron a un compromiso, el Protocolo de Irlanda del Norte. En él se estipula que la barrera aduanera no se colocará entre los dos países, sino en el Mar de Irlanda. Por lo tanto, actualmente Irlanda del Norte forma parte del mercado único europeo y, paradójicamente, está más integrada con Dublín que con el resto del Reino Unido. El gobierno de Londres y los unionistas norirlandeses quieren reescribir los términos del protocolo, pero la UE no quiere dar marcha atrás. Según Bruselas, restablecer una frontera dura entre Belfast y Dublín conduciría a la reavivación del conflicto entre las dos Irlandas, rompiendo la estabilidad que se ha construido con esfuerzo desde el Acuerdo de Viernes Santo.

Irlanda del Norte ante una encrucijada

En contra del Protocolo de Irlanda del Norte se ha posicionado el Partido Unionista Democrático (DUP), que tradicionalmente representa los intereses de la población protestante. En las elecciones norirlandesas de 2022, el DUP quedó segundo tras el republicano Sinn Féin, que por primera vez logró el mayor apoyo popular. Según las disposiciones del Acuerdo de Viernes Santo, corresponde al Sinn Féin, partido mayoritario, nombrar al primer ministro. En cambio, el viceprimer ministro debe ser expresión del partido más grande del otro bando y, por tanto, del DUP. Sin embargo, el Partido Unionista ha decidido no designar ningún candidato, e impedir así la formación del gobierno, hasta que se resuelvan las disputas sobre el Protocolo. La ausencia de un ejecutivo debería llevar al gobierno británico a convocar nuevas elecciones en Irlanda del Norte, cuya fecha límite sería el 19 de abril de 2023.

Por su parte, en los últimos días el Sinn Féin ha manifestado la necesidad de celebrar un referéndum sobre la reunificación de las dos Irlandas. La presidenta del partido, Mary Lou McDonald, declaró que «esta década será decisiva para tener nuestros referéndums». Y esta opción no es nada remota. El Acuerdo de Viernes Santo prevé que Irlanda del Norte forme parte del Reino Unido hasta que la mayoría de sus ciudadanos desee lo contrario. En ese caso, los gobiernos británico e irlandés tendrían la obligación de aplicar esa decisión. El aumento del apoyo al Sinn Féin, por un lado, y el cambio demográfico, por otro, son indicios de este cambio de tendencia. De hecho, en el último censo, los católicos (45,7%) superaron por primera vez a los protestantes (43,5%). Con todo, hoy las creencias religiosas no están tan relacionadas con la ideología política como antes.

Escocia quiere intentarlo de nuevo

Mientras Irlanda podría emprender el camino de la reunificación, Escocia vuelve a sentir el impulso independentista. Tras el fracaso del referéndum de 2014, en el que los escoceses optaron por permanecer en el Reino Unido, es de nuevo el Brexit lo que complica las cosas. Al igual que los norirlandeses, los escoceses habrían preferido quedarse en la Unión Europea, pero acabaron abandonándola por decisión de Inglaterra. Por consiguiente, el impulso secesionista se reavivó y en las elecciones de 2021 el Partido Nacional Escocés volvió a ganar, imponiéndose con más decisión aún. La líder Nicola Sturgeon fue nombrada de nuevo primera ministra y pidió un nuevo referéndum para la independencia de Escocia. Sturgeon ya había elegido la fecha, el 19 de octubre de 2023, pero el pasado mes de noviembre la Corte Suprema del Reino Unido bloqueó la decisión.

Según la Corte, la convocatoria de una consulta sobre la secesión no puede pasar por una ley de Edimburgo, sino que debe resultar de un acuerdo con Londres. La decisión del tribunal supremo disparó de nuevo las tendencias secesionistas. A finales de 2022, las encuestas sugerían un pico de apoyo a la salida de Escocia del Reino Unido (47%), mientras que el respaldo al “remain” bajaba al 42%. Unas semanas más tarde, esta tendencia parece haber remitido, pero las tensiones entre Escocia y Londres continúan. El último caso es la decisión del gobierno británico de bloquear la reforma escocesa sobre el reconocimiento de género. La ley simplificaría el sistema mediante el cual las personas transexuales cambian de género y rebajaría la edad de aplicación a los 16 años. El bloqueo impuesto a Edimburgo exacerba así las crispaciones y deteriora aún más las relaciones entre gobierno central y naciones constitutivas.

Un momento crítico para el Reino Unido

El nuevo primer ministro británico Rishi Sunak deberá hacer frente a las presiones de Belfast y Edimburgo en un momento ya difícil por la desfavorable coyuntura económica. El Reino Unido está empezando el nuevo año al borde de la recesión, mientras hogares y empresas se enfrentan a las tasas de inflación más altas desde principios de los años 80. El Rey Carlos III también tendrá que esforzarse en desempeñar su papel a la altura de su madre Isabel II. Tampoco para él el contexto es el más halagüeño, ya que el libro en el que su hijo, el príncipe Harry, critica duramente a la familia real está alcanzando récords de ventas y amenaza con dañar la imagen de la monarquía. Lo que no contribuiría a la permanencia de Escocia e Irlanda del Norte en la familia británica.

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