Pirineo Noir parece la típica novela de detectives. Pero es mucho más que eso.

Imagina que, con trece años, matan a tu mejor amiga. Estás triste y furiosa, así que, en cuanto puedes, huyes del pueblo en el que vives. Desde el extranjero empiezas a contar la historia de lo que pasó, y de cómo detuvieron al asesino y lo encerraron, y prometes cerrar ese horrible capítulo de tu vida para siempre. Sigues adelante sin mirar atrás.

Pero, como suele suceder en la vida, los planes no siempre se cumplen. Los crímenes vuelven y te toca volver a la que fue tu casa, en un pueblo donde nadie quiere volver a verte. Así comienza “Pirineo Noir”, una novela que, tal vez a primera vista parezca un thriller de detectives más, pero que es mucho más que eso.

Una protagonista que esconde mucho más de lo que enseña y una atmósfera que te atrapa y te lleva a continuar leyendo hasta que se te caen los ojos del sueño son los ingredientes fundamentales de esta novela, en la que los secretos (presentes y pasados) jugarán un papel fundamental.

Y es que el pasado siempre vuelve. Vuelve con todas las incógnitas por resolver, con todo lo que un día creímos enterrado, con todo lo que nunca llegamos a superar del todo. Y, hasta que no cerremos definitivamente esas heridas, hasta que no averigüemos la causa de nuestros traumas, no conseguiremos mirar hacia delante y empezar de nuevo.

Su autora, María Pérez Heredia, ha conseguido, con solo veinticinco años, crear un pueblo que es, a su vez, un reflejo de la mente humana, donde los miedos se viven de una manera real, física. Donde pasado y presente conectan y son parte de una misma realidad, de un mismo mundo.

En definitiva, una novela de detectives que esconde mucho más que un crimen. Un libro que te atrapa y no te suelta.

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