Adriana Cerezo se hizo con la plata en la final olímpica de taekwondo (categoría -49kg) después de caer ante la tailandesa Panipak Wongpattanakit, actual campeona del mundo (-49kg). La joven madrileña superó un cuadro difícil antes de conseguir el billete a la final, compuesto por campeonas y subcampeonas olímpicas de años anteriores.

Con una sonrisa de oreja a oreja y los nervios e ilusión de una debutante olímpica, Adriana salió al tapiz con ganas de comerse el mundo. Llevaba su amuleto encima -su cinta del pelo- y nada podía salir mal, así pensaba ella. En distintas entrevistas, ella misma aseguró que necesita escuchar siempre los ánimos del público y que, ante su ausencia en estos JJOO, pidió a sus compañeros y al cuerpo técnico que le animaran desde la grada.

Adriana saliendo a uno de sus combates / Fuente: Nacho Casares (COE)

En escasos 3 meses, Adriana ha conseguido proclamarse campeona de Europa de taekwondo -49kg y, clasificándose para la final olímpica, aseguró la primera medalla para el casillero español en Tokio 2020. Su campeonato europeo sumado al aplazamiento de los JJOO por la pandemia, le dio la posibilidad de disputar el Preolímpico este mismo año, donde también se proclamó campeona y obtuvo un billete a Tokio. En numerosas ocasiones, ella misma ha reconocido que si se veía en algunos juegos olímpicos no era en los de Tokio 2020, sino en los de París 2024, un cita a la que «la niña maravilla» pretende llegar ya con experiencia olímpica después de aventurarse en el tatami de la capital nippona.

 

PRIMER COMBATE:

El primer combate de la benjamina de la expedición olímpica española fue frente a la serbia Tijana Bogdanovic, subcampeona del mundo (-49kg) y subcampeona olímpica en los Juegos Olímpicos de Río 2016. No obstante, Adriana ya sabía lo que era vencerla, pues ya lo había hecho en el Europeo, del que también se proclamó campeona hace escasos meses. La madrileña terminó con un favorable 12-4 aunque, a pesar del resultado, Adriana no quedó del todo satisfecha.

 

CUARTOS DE FINAL:

Para obtener el billete a la semifinal, Cerezo tenía que imponerse a una leyenda del taekwondo: Jingyu Wu, bicampeona olímpica en los JJOO de Pekín (2008) y Londres (2012), y tricampeona mundial. Tras dar un recital ante la china (quien le doblaba la edad (34)), Adriana se proclamó campeona del combate, el cual finalizó en el segundo asalto, sin necesidad de celebrar un tercero por la diferencia de puntos (33-2). Después de digerir su victoria, la madrileña aseguraba que Jingyu Wu era uno de sus referentes y que ni en sus mejores sueños se imaginaba ganarle de una manera tan holgada.

 

SEMIFINAL:

Después de una llamada con su entrenador, la joven tenía claro que aún no tenía nada que celebrar y que le faltaba un combate para poder meterse en una final olímpica, por lo que no era momento de relajarse. Con esa mentalidad, Adriana salió a combatir contra la turca Rukiye Yildirm, a quien consiguió imponerse por 39-19, consiguiendo así un billete para la final olímpica y asegurando al mismo tiempo la primera medalla olímpica para la delegación nacional en estos JJOO.

 

FINAL:

Después de una siesta sobre el tatami de una sala de entrenamientos entre la semifinal y la final, la taekwondista española puso en apuros a la tailandesa Panipak Wongpattanakit (2 oros mundiales), quien consiguió imponerse a la joven madrileña con un ajustado 11-10 a falta de menos de 7 segundos para el final del combate. El primer asalto terminó con un 4-2 favorable para Adriana. La española consiguió ponerse con un 6-4 favorable, pero un golpe en la cabeza de la tailandesa cambió el rumbo del combate (6-9). Con ese resultado, todo quedaba para los últimos minutos de asalto, cuando la madrileña consiguió un interesantísimo 8-9, que segundos más tarde pasaría a ser un 10-9 favorable a nuestra benjamina. A falta de menos de 7 segundos, Adriana recibió un golpe que supuso el 10-11 favorable a Wongpattanakit, quien finalmente se hizo con el oro.

La derrota en la final fue el único momento en el que «la niña maravilla» cambió la sonrisa por lágrimas, pues ella misma era consciente de que había tocado el oro con la punta de los dedos y que, a falta de escasos segundo para el final, la tailandesa le había «arrancado» la medalla del cuello.

Adriana es consolada tras perder el oro en la final / Fuente: REUTERS
Adriana llora desconsolada tras perder el oro en la final / Fuente: Miguel Gutiérrez (EFE)

Uno de los momentos más emocionantes de la final fue aquel en el que la madrileña, con lágrimas en los ojos y con una deportividad digna de admiración, se acercó a la campeona, le cogió la mano y le alzó el brazo proclamándole así ganadora.

Adriana felicita a su rival y le proclama campeona con lágrimas en los ojos / Fuente: REUTERS

ESTUDIOS ACADÉMICOS:

Algunas de las virtudes que más se han destacado de la joven han sido su gran capacidad de controlar la tranquilidad y la velocidad de pensamiento, tanto en el tapiz como fuera de él. Algunos aseguran que su 13/14 en la EvAU puede ser una pista de la gran inteligencia que tiene la joven. Inconformista, ambiciosa, exigente y siempre con ganas de más («Si no fuese a por la medalla de oro no estaría aquí. Voy al cien por cien a por ella. Trabajé para ello y es mi mayor ilusión»), así es como ella misma se define.

El deporte, más concretamente el taekwondo, es uno de los pilares de su vida, pero no por ello va a descuidar sus estudios. La madrileña quiere demostrar su inteligencia fuera del tatami y, para ello, se ha matriculado en la carrera de criminología con el objetivo de  formar parte del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional en un futuro.

 

SU ABUELO, EL «CULPABLE»:

Jose, el abuelo materno de Adriana, fue el «culpable» de que la madrileña dejara el ballet y se decantara por las artes marciales con tan solo 4 años. No hay duda de que habrá celebrado la plata de su nieta como el que más y que le habrá ayudado en toda su andadura olímpica desde arriba. Ella misma asegura que empezó a aprender taekwondo viendo películas de Jackie Chan y Bruce Lee con su abuelo, que le llevó a entrenar durante sus primeras citas sobre el tapiz. Los padres de la medallista no estaban por la labor de que Adriana practicase taekwondo, así que lo guardó en secreto con su abuelo hasta que llegó el día del examen para el primer cinturón, cuando ya desveló su deporte a toda la familia.

 

ANSIEDAD Y PARÓN:

Cuando Adriana tenía 11 años pasó por una época de problemas de ansiedad por el taekwondo, un episodio que le obligó a apartarse de entrenamientos y competiciones durante algunos meses. Después de tratarlo y cuando ella se volvió a ver capaz, la joven consiguió recuperar las ganas gracias, en parte, al cambio de gimnasio y de entrenador -Jesús Ramal-, su padre deportivo, que no ha podido acudir a Tokio por la restricción de acreditaciones debido al Covid. Ramal le aconsejó a Adriana el mindfulness para conseguir superar su ansiedad, relajarse y centrar toda su atención en lo que hiciese, sobre todo en periodos de exámenes y estrés.

Adriana Cerezo con su entrenador, Jesús Ramal / Fuente: Marca

PALMARÉS:

Adriana se hizo notar cuando ganó el Europeo Sub-21 en 2019 con tan solo 16 años. Además, desde 2016, ha participado en 32 campeonatos internacionales, obteniendo en ellos 32 podios (28 oros).

Adriana posa con su medalla de oro en el último Campeonato de Europa / Fuente: @taekwondorfet

Ella misma dice que «quiere ser la mejor de la historia», algo que ya está empezando a tejer por su propio pie sobre el tapiz. Una plata con sabor a oro, campeona ¡Enhorabuena por tu medalla olímpica, Adriana!

Adriana Cerezo, plata olímpica / Fuente: El Español

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