Se llegó a decir por momentos que de la pandemia íbamos a salir mejor, más fuertes. Repetido como un mantra que se instala en los cerebros de las personas aun sabiendo que la realidad es mucho más cruda, mucho más compleja. Ahora todos sabemos que no, que ni hemos salido mejores ni tampoco mejores saldremos. Pero, teniendo en cuenta lo que las calles y los balcones susurran, si no salimos más fuerte es porque tampoco queremos.

Una pesadilla que se alarga

En marzo de 2020 comenzó una pesadilla. Una que no duró una noche sino que hasta el momento perdura entre nosotros; sacrificando por ella tantos abrazos y besos que no podrán ser reembolsados en un futuro todavía incierto. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces. Sin embargo, nosotros no: perduran las personas armadas con mascarillas FPP2 por calles solitarias. Porque el miedo y la costumbre se ha instaurado dentro de todos nosotros, lo que puede convertirse en otra pandemia si no comenzamos a cambiar nuestra mentalidad.

Sería totalmente entendible que todavía no hayamos procesado todo lo que hemos vivido. Una situación nunca vista por nuestros ojos ni tampoco imaginada por nuestros cerebros. Pero, al igual que nuestra vida se adapta a la oscuridad cuando la luz desaparece, debemos adaptarnos a la nuevo. Para ello lo principal es que no nos estanquemos en el temor. Debemos ser capaces de entender que la vacuna por la que suspirábamos hace un año ya ha llegado y que ha sido inoculada a más del 70% de la población de nuestro país.  Por lo que las medidas establecidas para contener la pandemia deben ir desapareciendo progresivamente, en sintonía con cómo avanza el ritmo de vacunación alrededor del mundo.

Pasar página

A diario cometemos el error de seguir obsesionados con los datos de contagios diarios, potenciados por los medios de comunicación. No corresponden al contexto actual, en el que los números están mucho más controlados de lo que lo estaban el año pasado y no suelen derivar los problemas que tuvimos que vivir por aquel entonces. En la tabla de fallecimientos encontramos respuestas. Aunque debamos seguir teniendo respeto a estos datos, lo que se nos muestra son referencias mucho menos preocupantes que las de inicio de pandemia. Es decir: a pesar de que datos como los de ocupación UCI o fallecimientos han mejorado, nuestra perspectiva de la realidad y las restricciones siguen siendo inadecuadas.

Existe —debo decirlo de igual manera— cierta hipocresía alrededor de las propias restricciones. Nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos a un grupo de jóvenes de noche en la playa pero cuando los vemos en una terraza entendemos que se está practicando el libre ejercicio de recuperar la economía. Un sinsentido. Más cuando sabemos, según datos científicos, que el ocio al aire libre debe ser prioritario debido a la dificultad de contagio en exteriores. Pero no sería tampoco del todo criticable la terraza. Ya es hora de comenzar a pasar página. En este caso es mucho mejor hacerlo de manera progresiva. Que el libro es delicado y si lo hacemos de golpe la página puede romperse.

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